ESPERPENTO RIDÍCULO Y MEDIOCRE.
Muy duras críticas ha recibido la goberladrona Layda Sansores tras mostrarse como una aristócrata francesa, la reina María Antonieta, justo cuando Campeche enfrenta serios problemas de decrecimiento económico, desempleo, pobreza e inseguridad, ocasionados por su carencia de estrategias, exceso de corrupción en su administración, servilismo oficial y complicidades inconfesables con grupos delictivos, y porque su disfraz contrasta con el lema de Morena, de “primero los pobres”.
Aquí van algunos señalamientos: “¿Es una dragqueen o qué?”, “pues le atinó, en la época victoriana había mala higiene y malos olores, pero ya sabemos cómo acabó María Antonieta”, “¿De la realeza o de la rareza?”, “¡Real es que parece un esperpento!”, “Se vistió con las cortinas de su mansión”, y “Parece personaje de Madagascar (por el icónico chango vestido de reina en esa película)“.
Los internautas la calificaron de mediocre, lamentaron pagarle 150 mil pesos mensuales para hacer “espectáculos ridículos”, le recordaron que los franceses llamaban “perra” a María Antonieta por su frivolidad y derroches, en coincidencia con el trato que brinda a los campechanos. En el colmo, hasta el diputado petista Mario di Constanzo señaló que “sin duda ya perdió la razón y la sensatez, si es que algún día las tuvo”.
OBISPO DEJA PÉSIMOS RESULTADOS.
José Francisco González González ocupó el obispado de Campeche en febrero de 2014. Más tardó en llegar que en mostrar su voracidad por manejar los recursos económicos: desplazó a los curas locales para privilegiar a sus compinches de Jalisco, encubrió a los pederastas y expulsó a la congregación Salvatoriana en detrimento de los colegios diocesanos, que perdieron más del 75% de su alumnado.
Son pésimos los resultados de sus once años como obispo de Campeche. Deja una iglesia con menos católicos, pocos sacerdotes nuevos, escasos seminaristas y una pastoral diocesana decaída y deprimida. Además, entrega los colegios de la Diócesis en franca decadencia. Es innegable que con González González la Iglesia retrocedió mucho en Campeche.
En lo álgido de la pandemia del coronavirus, José Francisco permaneció mudo ante el mal manejo gubernamental de la crisis. No tuvo tacto político para enviar mensajes sensatos a las autoridades en turno, ni el valor para encabezar protestas ante la legalización del aborto, pues se limitó a organizar marchas estériles tras bambalinas, sin dar la cara. Su salida del obispado está más que justificada, pero no su nombramiento de arzobispo, que debe encender focos rojos entre la feligresía chiapaneca.
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