El 27 de marzo quedará marcado en la memoria de los habitantes de Reynosa, Tamaulipas, como el día en que la ciudad colapsó debido a las intensas lluvias que provocaron una devastadora inundación. Lo que comenzó como una simple tormenta se convirtió rápidamente en un desastre de grandes proporciones, inundando toda la ciudad.
A pesar de que Reynosa ha enfrentado fenómenos meteorológicos como el huracán Beulah en 1967, esta lluvia torrencial fue un evento sin precedentes en la región. Las lluvias causaron daños materiales en numerosos hogares, dejando a miles de personas atrapadas y afectadas. La activación del Plan DN-III-E, implementado por la Secretaría de la Defensa Nacional, reflejó la gravedad de la situación.
Las autoridades no tardaron en movilizarse para brindar auxilio a los afectados, pero también fue la comunidad la que demostró su solidaridad y valentía, convirtiéndose en héroes al rescatar a sus vecinos y familiares. A pesar de los esfuerzos, el saldo fue trágico, con al menos una víctima mortal.
La tormenta, que trajo consigo vientos de entre 40 y 60 kilómetros por hora, se intensificó rápidamente, causando estragos en la ciudad.
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