La posible colusión entre autoridades policiacas y las bandas delincuenciales, parece ser uno de los principales factores que ha propiciado la explosión de la incidencia delictiva en la entidad…
Lo ocurrido el pasado miércoles en Ciudad del Carmen, cuando el empresario Said Gorra del Río asesinó de certeros balazos a dos delincuentes que entraron a su domicilio a cometer alguna fechoría, (secuestro, robo, homicidio, nadie sabe), describe con toda su crudeza el tipo de seguridad pública que nos ofrecen la negligente gobernadora Layda Elena Sansores San Román, y su secretaria de Seguridad, la inepta y corruptísima Marcela Muñoz Martínez.
Independientemente de que se trata de un asunto lamentable y reiterativo, porque el empresario en cuestión ya antes había sido víctima de un delito similar —secuestro y robo—, aquí lo importante es insistir en el fracaso total que representan para todo el Estado y no sólo para la isla carmelita, las estrategias de seguridad, si es que las hay, que ha puesto en marcha esta nefasta e inepta Administración Estatal.
Es cierto, resulta imposible que la policía cuide a cada ciudadano, o que los índices delincuenciales ronden la tasa cero. Es un fenómeno social que va creciendo a consecuencia de diversos factores —el desempleo, la delincuencia organizada, etcétera— y lo repudiable es que las autoridades encargadas de atender este tema se pasen la vida en frivolidades y en venganzas, en lugar de aplicarse para encontrarle solución al problema.
Lo más fácil quizá, sea decretar para Campeche y todos sus Municipios, la “ley de la selva”, para que gane el más fuerte, o que, en casos como el del empresario Said, tengamos que andar fuertemente armados y con escoltas para repeler cualquier ataque de los malandros. Y si bien este inexistente decreto no se aplica en ningún lado, en los hechos es lo que vivimos todos los días, donde tenemos que buscar la manera de evitar caer en manos de la delincuencia, ya que la señora Marcela está ocupada en otros menesteres.
Un factor muy importante en el auge de la delincuencia es su complicidad con las autoridades. Y qué curioso que entre los cientos de comentarios que generó el referido incidente, en una buena proporción se hable de que en la Isla, lo mismo que en todo el territorio estatal, los mandos policiacos foráneos importados y protegidos por la señora Marcela, sean los que mueven los hilos y se benefician de los atracos y demás hechos delictivos.
Eso no se ha investigado, pese a que los propios elementos policiacos lo han denunciado en infinidad de ocasiones. Tal vez deberían empezar por ahí, o por lo menos congelar a esos mandos policiacos foráneos que llegaron a Campeche con una mano adelante y otra atrás, pero que ahora ostentan lujosos vehículos y elegantes propiedades, pese a que sus sueldos oficiales son medianamente modestos.
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