Una de las razones más importantes por las que el campechano común no cree en las cifras alegres de la Tía Corrupta y de su secretaria de Seguridad, la guanajuatense Marcela, es porque ha sufrido en carne propia la ineptitud de ambas para cumplir con su función de realmente proteger a la ciudadanía.
Se han escudado las dos ineptas en los comparativos con otras entidades más violentas para sustentar la idea de que Campeche es de los Estados más seguros. Y podría ser, si asumimos que —salvo el caso de Alfredo Vladimiro Bonfil el año pasado— aquí no se han dado narcobloqueos, toma de poblaciones por parte de la delincuencia organizada, o ‘desfiles’ públicos de los sicarios y sus unidades vehiculares.
Sin embargo ha habido ejecuciones, y en los primeros dos años de esta pésima Administración Estatal se han cometido 416 homicidios, la mayoría de ellas al estilo sicarial, lo que nos muestra en la vida real que hay presencia de la delincuencia organizada, y que se están disputando la plaza, alterando con sus desencuentros nuestra tranquilidad proverbial.
Pero no sólo eso, las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública son contundentes: entre 2022 y 2023 —los dos años de desgobierno total de la senecta pelirroja—, se cometieron en la entidad casi 52 mil hechos delictivos, y de ese total, casi 12 mil fueron robos.
Si nos vamos a las cifras podríamos decir que el 23 por ciento de los ilícitos cometidos en la entidad tiene que ver con las afectaciones al patrimonio de los campechanos. Y eso es lo que duele.
Hace unos días un individuo armado asaltó un camión de pasajeros por los rumbos de Lerma, delito que no es común en nuestra tierra. En los caminos rurales es frecuente el reporte de asaltos a camiones repartidores, a gente que circula en sus vehículos, etcétera, lo que nos habla de que ha aumentado terriblemente la inseguridad en territorio estatal.
En estos dos años han sido asaltados casi dos mil negocios, en la mayoría de las ocasiones, con violencia; casi dos mil 500 casas habitación fueron visitadas por los amantes de lo ajeno, y más de 800 transeúntes fueron atracados en la vía pública, sólo por citar tres ejemplos.
Seguramente que la cifra es mayor. Sólo hacemos referencia a los hechos que fueron denunciados.
Son esos datos duros, esas cifras reales, esas experiencias desagradables para el ciudadano los que reafirman nuestra certeza de que hay más inseguridad ahora que antes; que la ineptitud de la guanajuatense nos está haciendo mucho daño y que no hay para cuando remediar ese error de mantenerla en su cargo.
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