Una vez más la Tía Rata se equivoca al tomar decisiones, pues organizó una fiesta a los hijos de sus “policías buenos” y discriminó a los vástagos de quienes están en protesta.
—“Con los niños no”, aconseja una popular consigna, para que los conflictos y las diferencias políticas no involucren jamás a los menores de edad. Que las guerras, guerrillas, enfrentamientos entre narcos o mafiosos nunca, jamás, se metan con nuestros infantes.
“Pero hasta en eso ha fallado la perversa Tía Rata, quien pretendiendo dar una cachetada con guante blanco a sus opositores policías, discriminó a los hijos de los más de mil que se encuentran en protesta desde hace dos meses, y les hizo un “superfiestón”, con motivo del Día del Niño, a los hijos de los policías agachados y arrastrados que traicionaron a sus compañeros a cambio de unas monedas”.
Don Memín reposa unos segundos de su inusual introducción a la charla con los amigos de don Julián. Se ve furioso. Sus enormes y redondos ojos parecen lanzar fuego. De sus abultados cachetes brotan bufidos que espantarían a cualquiera. Y razona.
—“¡Qué culpa tienen los niños de tener a una gobernanta que sólo sabe polarizar al pueblo y que no es capaz ni de respetar la dignidad de los más pequeños, a los que no se debe usar como carne de cañón!”, exclamó el rechoncho lustrador de calzados.
Don Julián coincidió totalmente con su amigo Memín. “Hay límites que no deben pasarse, y lastimosamente la hija del Sátrapa Negro volvió a equivocarse. Pensó que al difundir las fotos donde les daba regalos, dulces, comida y baño de piscina a los hijos de sus ‘policías buenos’, aunque en realidad ellos son los malos, los corruptos y los traidores, los otros se iban a arrepentir de estar en huelga y se iban a reincorporar a la sede alterna”.
“Creyó que cuando la gente viera las fotos de cómo atiende a esos niños, iba a escuchar comentarios de agradecimiento y felicitaciones por su gran humanismo, pero todo le resultó adverso. La gente se lanzó en su contra y la acusó otra vez de todo: de inepta, corrupta, soberbia, autoritaria, sorda, mala, vengativa, torpe y ahora, además, de discriminar a los hijos de los policías que sí están cumpliendo con sus funciones, aunque les quiten la gasolina o les quieran decomisar las patrullas”.
“Todo esto tiene una gran enseñanza —pontificó el viejo exsirviente de la mansión blanca del Sátrapa Negro— la gobernanta va de mal en peor. Por cada acto que realiza, por cada palabra que pronuncia, por cada decisión que toma, empeora la situación y el pueblo la odia más. Y eso es preocupante, porque nadie sabe hasta dónde nos pueda conducir su locura, que no necesariamente sería un consultorio de psiquiatría”, concluyó.
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