Lo que se pudo haber reducido a un conflicto local y resolverse en menos de 24 horas, le ha explotado a la gobernadora Layda Sansores, como un asunto nacional que la exhibe como autoritaria, prepotente y soberbia.
El conflicto que enfrentan más de mil policías campechanos con la prepotente, sorda, autoritaria y soberbia gobernadora Layda Elena Sansores San Román y la secretaria de Protección y Seguridad Ciudadana, la guanajuatense Marcela Muñoz Martínez, se reafirmó como pendiente en la agenda nacional, luego de que una comisión de cinco elementos acudió a la Ciudad de México a solicitar audiencia con el presidente López Obrador.
De paso, los uniformados estuvieron en las cámaras de Diputados y Senadores, para externar públicamente sus denuncias y recibir el respaldo y la solidaridad de legisladores federales de casi todos los partidos políticos.
También acudieron a los estudios de los noticiarios más importantes del país, y fue precisamente en este último ámbito, donde se pudo corroborar que el conflicto que enfrentan con las íntimas amigas Layda Elena y Marcela, es ampliamente conocido en esas redacciones y por supuesto que también entre la numerosa audiencia de esos medios de comunicación.
Es decir que, un asunto local, que se pudo resolver desde el pasado 16 de marzo, con la remoción inmediata de la inepta guanajuatense y de sus cinco principales mandos foráneos, escaló innecesariamente al escenario nacional y se le ha revertido terriblemente a la gobernadora Sansores, quien era conocida ciertamente, por sus desplantes de frivolidad, arrebatos discursivos, insultos y ofensas en la Cámara de Senadores, los cuales transformó en carretadas de adulaciones superfluas y rastreras para con el poder presidencial hoy en el trono.
El rostro de la ineptitud, la soberbia, el autoritarismo, la prepotencia, la cerrazón, la sordera, la corrupción, el amiguismo, el influyentismo, la mentira y la negligencia, tiene nombres y apellidos. Se llama Layda Elena Sansores San Román, y para más señas, tiene el cabello teñido de guinda y el rostro saturado con botox y cirugías estéticas.
El nombre de la gobernadora de Campeche se ha regado por todos los rincones del país con los peores calificativos habidos y por haber, los cuales se le endilgan no por su condición de mujer, sino de autoridad política, como figura pública que amerita la critica popular debido al pésimo manejo que ha tenido sobre este conflicto, pero también en general, por los nulos resultados que le ha dado a los campechanos en el ejercicio de sus funciones.
Qué necesidad de verse exhibida de esa manera. Qué pena que una persona así se diga gobernadora de Campeche. Qué vergüenza, qué drama, que infortunio.
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Que vieja tan terca