PLAYA DEL CARMEN, Q. Roo (El Universal).— En la selva de Paamul, entre Playa del Carmen y Tulum, existe un circuito de cenotes y cavernas subterráneas que se verá impactado por la construcción del Tramo 5 Sur del Tren Maya.
Es todo un ecosistema subterráneo milenario, hogar de cientos de especies animales y que alimenta los acuíferos de la región, el que está en peligro. Además, la obra del Tren, cuya inauguración está proyectada para diciembre de 2023, está en una zona de riesgo ante posible colapso por la fragilidad del suelo.
En la selva de Paamul está Garra de Jaguar, caverna subterránea seca descubierta en 2012, considerada joya hídrica, geológica e histórica por la riqueza natural y paleontológica que resguarda.
“Esto representa gran riesgo porque el Tren va a pasar sobre Garra de Jaguar, por lo que tienen que poner un puente con grandes columnas, tanto dentro como fuera de la cueva, para soportar la vibración y el peso de un Tren de carga y uno de pasajeros que pretenden cruzar esta parte de Garra de Jaguar.
“[La obra de construcción] se va a topar no solamente con ésta, sino con muchos sistemas de cuevas que van hacia Tulum, y que serán más difíciles de sortear para los ingenieros”, advierte el ambientalista Raúl Padilla.
El impacto de las obras sobre Vencejos, como se llama la entrada de mayores dimensiones de dicha cueva, será directo, de acuerdo con espeleólogos como Peter Sprouse, quien se ha pronunciado sobre el tema, o de exploradores como Raúl Padilla, del Jaguar Wildlife Center, entrevistado por El Universal.
Explica que el acceso a la caverna es resultado del desplome de un techo de delgado grosor y conduce a una galera de unos 80 metros de ancho, sostenida por pocas columnas naturales.
EL MUNDO DE GARRA DE JAGUAR
Para llegar a esta cueva hay que atravesar la selva, caminar entre árboles de especies endémicas, como el chacá, el chechén o la palma chit —esta última, protegida por la NOM 059—, y recorrer senderos que se abren paso sobre un suelo accidentado, repleto de hojas y roca caliza.
Los registros hechos por diversos científicos ubican al sitio como hábitat de una vasta cantidad de insectos, de 54 tipos de murciélagos y de aves como el pájaro toh o pájaro reloj, nativo de la Península de Yucatán.
Ese ecosistema también es hogar de unas 114 especies de mamíferos terrestres, siendo el jaguar, especie en peligro de extinción, la más emblemática.
Dispersas entre la selva surgen las entradas a Garra de Jaguar. La caverna abarca casi 47 húmedos kilómetros, a una profundidad de dos a tres metros en su parte más superficial, que se acentúa en sitios en donde es imposible ver sin lámparas.
Ahí, el paisaje subterráneo se colma de bóvedas que alcanzan más de cinco metros de altura en algunos tramos, con paredes que han sido talladas por el agua que, gracias a la porosidad del suelo kárstico, penetra el subsuelo hasta deslavar la roca, como parte de un lento y antiguo proceso estudiado y documentado por la comunidad científica y especialistas en hidrogeología.
Esa agua proviene de la falla geológica de Holbox, que corre paralela a la carretera federal 307 Cancún-Tulum, pero a más de 10 kilómetros selva adentro.
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