Sebastián Korczak
¿Pasión por…?
Este domingo meditamos un relato del Evangelio de san Lucas: “Pasión de nuestro señor Jesucristo”. Es un texto que escuchaste o leíste varias veces, y tal vez te parece tan conocido que ya no te “apasiona” para nada. Nunca, mejor dicho, el término “apasiona”, porque así se llama precisamente este domingo (de la Pasión), que popularmente llamamos “Domingo de Ramos”.
Por lo cual, antes de nada, quiero preguntarte si ¿sientes todavía alguna pasión por este hombre que se entrega por ti? ¿Aún te apasiona la historia de este Hombre Dios que asume la cruz y toda tu debilidad y pecado, sin esperar nada a cambio?
Creo que no podrás dar un paso más esta Semana Santa, si no sientes aunque sea un poco de pasión. ¿No te apasiona la historia de Jesús de Nazaret? Ya ni nos damos cuenta de lo impresionante que hizo y cómo cambió el rumbo de la historia. Simplemente nos acostumbramos a Él y a la historia de la salvación.
Iniciemos con algo muy sencillo: busca y lee con atención este fragmento del Evangelio (Lucas 19, 28, 40) y descubre algo completamente nuevo, y sobre todo entérate, por fin, que todo lo que sucede está dedicado a ti. Que no puedes ser indiferente.
Al inicio de esta Semana Santa no puedes mirar la Cruz sin pensar del sufrimiento, el dolor y tantos muertos por la pandemia, en Ucrania o en nuestro propio México. Tantos rostros muy concretos, tal vez muy cercanos. No puedes huir y esconderte en tus cuatro paredes o en tu casa de la playa, pensando que el Domingo de Pascua llegará pronto, sin ningún compromiso. El camino hacia la Pascua es un compromiso de encontrarse con la Cruz, con el Crucificado y tantos crucificados actuales.
No dejes solo a Jesús. Sus discípulos huyen buscando su seguridad, sus proyectos se desvanecen y les espera la ejecución. ¿Qué harás en estos días santos?, ¿en estos momentos de demostrar nuestra fidelidad al Maestro? Es verdad que hay un gran silencio de Jesús durante sus últimas horas, y esto es sumamente sobrecogedor. El Evangelista Lucas ha recogido las palabras que dice Jesús mientras es crucificado.
Entre estremecimientos y gritos de dolor, logra pronunciar unas palabras que descubren lo que hay en su corazón, y parece ser su último mensaje: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. Así es, Jesús ha pedido a los suyos “amar a sus enemigos” y “orar por sus perseguidores”. Ahora es él mismo quien muere perdonando. Convierte su crucifixión en perdón. ¿No te apasiona el increíble amor de este Hombre Dios?
La petición que hace Jesús a su Padre, por los que lo están crucificando, es ante todo un gesto sublime de compasión y de confianza en el perdón infinito de Dios. Parece que Jesús nos quiere dejar esta gran herencia a la Humanidad: No desconfíes nunca en Dios ni de su misericordia.
Ante este gran amor entregado hasta el fin por los que ama y lleno de ternura ¿podría alguien quedarse indiferente? No seas solo espectador lejano; involúcrate en este relato y sé parte de la historia de Jesús de Nazaret, tal como Él forma parte de tu historia. Siente pasión por acompañarle.
San Lucas retoma también una última palabra de Jesús. A pesar de su angustia mortal, Jesús mantiene hasta el final su confianza en el Padre. Sus palabras son casi un susurro: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”. Qué bello es ver que nada ni nadie lo ha podido separar de él. El Padre lo ha animado con su espíritu toda su vida, y ahora, terminada su misión, Jesús lo deja todo en sus manos.
Es que todo lo que recibió Jesús era de su Padre, y es ahora cuando todo se lo debe entregar y devolver; también su vida que nació por el mismo Espíritu. Es un silencio que crea algo nuevo, que no destruye sino renueva, y genera gran esperanza. Es como volver al principio de la creación, cuando Dios en silencio creaba las cosas dando vida al mundo. El Padre romperá este silencio y resucitará a su Hijo. ¿No te apasiona la gran expectativa y el camino que nos promete Dios a través de su Hijo?
La Semana Santa la vamos a celebrar en nuestras comunidades con la Pasión y la Muerte del Señor. Date tiempo para meditar en silencio ante Jesús crucificado, ahondando en las palabras que él mismo pronunció durante su agonía. No lo dejes solo.
Meditando este Domingo de Ramos tenemos un cruce de sensaciones: entra por la puerta la misericordia de Dios (para ser aclamada), y saldrá por ella (en viernes santo) sin más compañía que Juan y María.
Domingo de Ramos es la antesala de la soledad y de la traición, del poderío de un gran Rey que es derrotado en la cruz, de la contradicción de los que decimos quererle pero, en situaciones difíciles nos echamos atrás.
Domingo de Ramos es la alfombra del camino fácil pero, el Viernes Santo es la cuesta arriba del amor que exige y tiene un verdadero sentido. ¿Servirán de algo nuestros ramos bendecidos en la procesión de hoy? ¿Qué es lo que le gritamos entusiasmados al Rey, que en poco tiempo será condenado como un mendigo maldecido por la muchedumbre?
Espero que le digas las mismas palabras el Viernes Santo. Que sean sinceras y auténticas cuando la cruz se alzará en la más absoluta soledad. ¿No te apasiona la fidelidad a su misión?
En esta Semana de la Pasión, los hechos que conocemos vuelven a nuestra memoria. Dios humillado hasta el máximo, callando su pena, sin defenderse contra la tremenda injusticia. Dios aguantando nuestros sufrimientos, nuestros dolores, herido, triturado y traspasado. Y todo para liberarnos y salvarnos, y conseguir nuestro indulto y perdón. Tal vez en tu familia, comunidad existen hoy juicios como el que le hicieron a Jesús. Hay muchos más que aparecen allí, algunos positivos, otros negativos y también unos cuantos observando, pero nadie se quedó indiferente.
¿Qué harás? Hoy puedes gritar “Hosanna al Rey de David”, ¿pero qué harás el Viernes Santo? No hay otro camino para llegar al final de la historia de Jesús. El camino debe llevarnos a través de la Cruz, porque sólo así podemos llegar a la Pascua. Por ello, necesitamos apasionarnos para saber vivir bien “la Pasión” de Jesús.
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