La Virgen del Carmen fue nombrada patrona de la Diócesis de Campeche, en evento que marcó el inicio de una nueva historia de la religión católica en el Estado, y refrenda la intercesión de la imagen en este 2022, en que ajusta 300 años de su llegada a la Isla.
El obispo de Campeche, José Francisco González González, acompañado por el arzobispo de la Arquidiócesis de Yucatán, Gustavo Rodríguez Verá; el obispo auxiliar Pedro Mena Díaz, presbíteros del Estado y decenas de feligreses, fueron testigos del evento.
La ceremonia se desarrolló en la explanada del parque Ignacio Zaragoza, que fue abarrotado por devotos tanto de la Virgen del Carmen como del Cristo Negro Señor de San Román, que también fue testigo del nombramiento a su madre.
Este 2022 se ajustan 25 años de que la iglesia fue erigida como parroquia y la escultura de la Virgen del Carmen arribó desde Cádiz, España, para convertirse en referente de fe y devoción.
Incontables devotos la visitan de diferentes partes del mundo, manifestación sublime que demuestra que Dios obra de manera prodigiosa por la intercesión de nuestra señora del Carmen, se destacó.
“Nos sentimos agradecidos al conmemorar estos dos acontecimientos en Ciudad del Carmen, con ello otra página se escribe con letras de oro en la historia de la Iglesia Católica presente en nuestra Diócesis de Campeche, lo que llevaremos en lo más profundo de los corazones”, expresó el obispo.
Dadas las particularidades, virtudes y atributos de la Virgen y Cristo, y por tan concebidas razones históricas, populares y religiosas, fueron declarados copatronos de la Diócesis de Campeche.
González González pidió a sacerdotes y religiosos no dejar de depositar sus oraciones en la Virgen María, y a los fieles invitó a que ella se convierta en agente de paz para contrarrestar la violencia que se presenta en la vida diaria.
Entre los compromisos de los copatronos destacan que sean organizadas peregrinaciones cada 16 de julio en honor a la Virgen del Carmen, y cada 14 de septiembre en honor al Cristo Negro de San Román.
Por último, el obispo confió en que la presente declaración impulse la fe y la devoción a Cristo y a María en los sacerdotes, religiosos, consagrados, seminaristas, agentes de pastoral, jóvenes, niños y familias.
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