El pulpo es una especie de importancia comercial en la Península de Yucatán. Se pesca en la región desde hace 40 años, y aunque alrededor de 15 mil familias encuentran en la actividad su principal fuente de ingresos, aún hay dudas sobre si las medidas de regulación vigentes para su captura son las adecuadas.
Un estudio avalado por el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav) Unidad Mérida realizado por José Iván Velázquez Abunader, expone que antes de poder llevar a cabo una evaluación de una especie, con miras a mejorar su regulación y explotación comercial, primero se debe conocer su identidad, sus características biológicas, así como su respuesta ante los cambios en el ambiente donde se desenvuelve.
“Por ejemplo, si su ciclo de vida es anual, poder establecer la cantidad de pulpos que se deben pescar, teniendo en cuenta los procesos de renovación de la población”, expresó el investigador.
Como parte de este trabajo se identificó que si bien el periodo de veda para el pulpo, del 16 de diciembre al 31 de julio, se basa solamente en la información del pulpo rojo —Octopus maya—, la medida resulta adecuada en la protección de la especie, porque se da en la etapa de reproducción y de nacimiento.
El ciclo de reproducción del pulpo tiene lugar de enero a junio. De esta fecha a diciembre las larvas maduran y posteriormente se reclutan al área de pesca donde se reproducen y cumplen su ciclo de vida. Es decir, la población se renueva aproximadamente cada año.
Otro de los aspectos observados es que las paralarvas del pulpo se quedan en la superficie del mar de 30 a 40 días, periodo en el cual las corrientes marinas las dispersan. Esto ha llevado al investigador a plantear la hipótesis de que los pulpos nacidos en la región de estudio no necesariamente permanecen ahí, e incluso algunos de los ejemplares encontrados en la zona de pesca nacieron en otros lugares.
“Es posible que la población del pulpo de la Península de Yucatán dependa del éxito reproductivo de la especie en otras regiones, como podría ser el caso de Centro y Sudamérica”, expone el integrante del Sistema Nacional de Investigadores.
Lo anterior también explicaría las variaciones en los volúmenes de captura del pulpo en distintos periodos, que podría depender del movimiento de la especie desde zonas aledañas a la de estudio, de la supervivencia de las larvas y de que logren madurar hasta convertirse en adultos.
Para obtener las primeras estimaciones de biomasa del pulpo —total de volumen de ejemplares en un área específica— y poder estudiar su dinámica poblacional, se realizaron cuatro cruceros entre 2016 y 2017, y se muestrearon entre 28 y 32 sitios en una extensión de aproximadamente cinco mil kilómetros cuadrados, a fin de cubrir parte del banco de Campeche, en donde se ha identificado la presencia de la especie.
Los datos recabados se analizaron a través de diversos modelos estadísticos y arrojaron que en diciembre se presentó el mayor número de ejemplares o biomasa. Esta información aportaría conocimiento relevante al momento de fijar cuotas de cuánto debiera extraerse del recurso pesquero en cuestión.
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