LA REFORMA PROPONE TERGIVERSAR EL MODELO DE FAMILIA ORIGINAL
El 90 por ciento de la población mexicana es religiosa y está en contra de descabelladas leyes, como el paquete de 50 reformas constitucionales de la Ley de Igualdad Sustantiva y de Género. “Que no olviden los legisladores que se puede levantar la voz en distintas maneras, hace muchos años hubo una guerra cristera y puede suceder algo similar”, alertó el presidente de la comunidad evangélica del Estado de Campeche, presbítero Alfonso Durán Moo.
A través de las reformas, destacó, se busca desde la Cámara de Diputados pretenden tergiversar el modelo de familia original instituido por Dios, con el fin introducir modelos espurios.
“Estamos ante los umbrales de una sociedad espuria, corrompida. Se quiere destruir los modelos de sexualidad que sólo debe ser entre hombre y mujer”, subrayó, al externar que tal iniciativa que involucra temas de familia, de vida y sexualidad, se tiene que someter a un foro o censo, para que los mexicanos opinen.
Es una traición también el que de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) siga dictando leyes a su antojo, sin consulta alguna, al igual que los legisladores.
El 90 por ciento de los religiosos merecen ser consultados y oídos. No deben aprobar leyes a diestra y siniestra sólo para cumplir con los compromisos, comisiones o pactos internacionales e instrucciones que dependen de la ONU para imponer un nuevo orden mundial, basados en lo que ellos denominan derechos humanos, pues mientras defienden los derechos de un grupo poblacional pisotean los derechos de los niños y de la sociedad, que es la gran mayoría, condenó.
México es un país religioso. Está en contra de todas esas aberraciones que buscan imponer, por lo tanto, se debe consultar Estado por Estado para oír la opinión. La voz del pueblo es la voz de Dios, y si no oyen al pueblo están actuando en contra del pueblo y con base a sus intereses o por instrucciones internacionales, ya que quieren imponer un nuevo orden mundial, insistió.
Inicialmente la identificación de los grupos homosexuales y lesbianas fue bandera de algunos partidos políticos y les dieron espacios para desarrollarse. En afán de acarrearse unos votos sacrificaron la moral del pueblo y las condiciones de la familia.
El Gobierno debe valorar la labor de la Iglesia en todos los sentidos. Por lo tanto, somos pacíficos, pero “si no somos escuchados podría haber algo similar a una guerra cristera. Esperamos que esto haga sentir a los legisladores que están pisando un terreno muy peligroso, remató.
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