Enrique Pastor Cruz Carranza
(I de II partes)
Nadie puede poner en duda la gran empatía que por la extraordinaria Layda Sansores siente el presidente Andrés Manuel López Obrador, siendo correspondido en todas sus acciones de violentar la ley, agredir sin rubores la dignidad de opositores, chantajear con el espionaje ilegal a políticos nacionales con el fin de lograr avances de la demencial 4T, donde aspiran cristalizar la “dictadura perfecta”, siempre y cuando la reacción plena y firme de la sociedad civil convertida en marea rosa ponga un freno a la demencia de fraguar la tiranía militarizada en peligrosa gestación, siendo la SCJN un baluarte maravilloso de amor y gallardía a México y nuestra Constitución.
El premio a sus lambisconerías sin recato a favor de la hija del cacique negro, fue hacerla gobernadora de Campeche con todo el poder del Estado y la eficiente extorsión de “coopelas Carlos Aysa entregando tu Estado con premio de impunidad y blindaje en embajada o cárcel”.
Cabe mencionar que el negocio de la beneficiaria siempre fue sobornar la putrefacta clase política campechana donde su padre creó un cacicazgo criminal, de enriquecimiento faraónico, sin escrúpulos y con la operación de los audios del centro de espionaje (consultar mi columna A fuego lento “Campeche en celofán), cada proceso garantizaba cargos plurinominales, ya fuera en el Senado o la Cámara de Diputados.
Pero se requería dominar la plaza petrolera y tener a la prima Felipa Guadalupe Obrador llenando el vacío de Amado Yáñez, coludido con Octavio Romero Oropeza, pero no era suficiente y por eso, a pesar de la rapiña en la Alcaldía Álvaro Obregón perfectamente documentada por Lía Limón y la limpia derrota en las elecciones intermedias, se mantuvo la decisión de diciembre de 2020 para que Laydita fuera gobernadora de Campeche, y desde ahí hacer toda la campaña de asquerosidades dictadas desde Palacio Nacional en beneficio de la mamita del nieto, eficiente para encriptar presupuestos de los segundos pisos para abortar rendición de cuentas, la no menos ejemplar icono de la desfachatez Claudia Sheinbaum.
Mis queridos paisanos del Municipio del Carmen, estábamos convencidos de las promesas que casi con lágrimas en los ojos, tanto AMLO como su “canica campechana” aseguraban traer las oficinas de Pemex a la Isla, hecho que en dos ocasiones en la edición de la mañanera en forma directa le recordamos no ha cumplido como debe hacerlo un hombre bien nacido, y reiteraría la mentira con su agraviante hipocresía de dos caras.
Hoy la realidad supera toda imaginación al ver las constantes muestras de desprecio de Layda Sansores al Carmen, haciendo actos de ilegalidad sin castigo, como haber causado daños a las casetas del puente federal Zacatal-Carmen en un espasmo esquizofrénico que la caracteriza, incitando a la ilegalidad de los habitantes de la Península de Atasta, al grado de morder sin rubores al Gobierno Federal de su mesías.
Reto a la gobernadora a demostrar que durante sus dos veces papel como diputada federal, dos como senadora y cuatro veces como aspirante a gobernadora, haya convocado a un acto de reclamo contra Pemex o presentado una iniciativa para resarcir daños de la empresa contra la ecología, entorno social y carencia de obras obligadas por la ley a Pemex en Carmen.
Su silencio contrasta con las versiones de múltiples concesiones a otros nombres y familiares de gasolinerías en Querétaro, y triangulación de contratos que se guardan con celo y muy difícil de identificar por protección de “ya saben quien”.
Nos dejaron pasmados de incredulidad, ver al Ejecutivo Federal ser increpado en un auténtico montaje para “lelos”, cuando se pretendía ponerle fecha a la llegada de Pemex al Carmen y la marioneta pidió no hacerlo, pues su Pablito Gutiérrez Lazarus no podía llegar a sus citas, por estar saturadas las calles y el tartufo se retractó como todo un actor de carpa de arrabal.
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