Ricardo Homs (*)
Los perfiles partidistas de los gobiernos que hoy ejercen el poder a lo largo del territorio nacional definen las características de nuestros dos Méxicos.
Donde aún persiste la pobreza hay oídos abiertos a las propuestas populistas de la 4T. Pero donde hay trabajo y desarrollo, el ciudadano valora su libertad y no cree en las falacias ni en las buenas intenciones.
Nuevo León, Jalisco, Chihuahua, Querétaro, Guanajuato, Aguascalientes, Yucatán, Durango, Coahuila, y las alcaldías más productivas de la Ciudad de México, se han resistido a la morenización populista. Estas entidades representan las economías sustentadas en industrialización —en cualquiera de sus facetas—, lo cual significa empleos estables y bien pagados.
Lo peligroso de la morenización es que el Gobierno de la 4T carece de un programa nacional de desarrollo. Sus acciones de gobierno son guiadas por las ocurrencias —convertidas en proyectos— que surgen desde Palacio Nacional.
A partir del 05 de junio en el país no habrá más tema que las corcholatas. La agenda nacional girará en torno a la sucesión presidencial. Esto nos representa un salto al pasado a las épocas del presidencialismo sexenal, en las cuales, durante el último año de gobierno de cada presidente, México resentía una parálisis económica, con freno de inversiones y crecimiento.
De este modo, ya regresamos a los tiempos del “tapado” priísta, o sea la exhibición de posibles candidatos presidenciales, en un proceso controlado totalmente por el Presidente de la República, quien en esas épocas asumía el control total de su propio partido político.
Hoy nadie duda que Morena tiene una cabeza y esta es López Obrador. Además, que este partido es encabezado por un operador sin capacidad de decisión, que siempre está esperando instrucciones que salen del Palacio Nacional, como si él fuera una marioneta.
Los Estados gobernados por partidos de oposición mantienen el dinamismo de su vida productiva, pues el Gobierno Estatal se convierte en un promotor de la inversión y facilitador de la productividad.
En contraste —donde la 4T se asienta—, el Estado queda pasmado, pues la sociedad pierde su libertad de acción y el desarrollo se frena, pues los gobernadores se asumen como súbditos del Presidente de la República.
Los dieciocho millones de mexiquenses para la 4T sólo representan una reserva de votantes cautivos para ser utilizados en las elecciones presidenciales del 2024. ¿A usted qué le parece?
(*) Presidente de la Academia Mexicana de la Comunicación.
Twitter: @homsricardo
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