Irene Tello Arista (*)
El panóptico es un modelo arquitectónico circular de vigilancia centralizada. El objetivo de este edificio es tener una serie de celdas incomunicadas alrededor de un espacio central en el cual se erige una torre de vigilancia única. La vista desde las celdas sólo permite ver hacia la torre en el centro sin que sea posible observar si se está siendo vigilado, lo cual genera una sensación de control y miedo por parte de los ocupantes de las celdas.
Aunque originalmente este diseño fue propuesto para un sistema penitenciario por el filósofo Jeremy Bentham, fue Foucault quien utilizó la imagen del panóptico como metáfora del sistema del poder disciplinario. Para Foucault el ejercicio del poder disciplinario requiere de una sociedad que se rija por técnicas de control, como la observación jerárquica y el juicio normalizado.
El panóptico en México es el punitivismo y el militarismo. La visión y juicio normalizado de gran parte de la sociedad mexicana que asume que la mejor forma de combatir el crimen es a través de la cárcel y facultando al ejército en labores de seguridad. Los resultados de la encuesta “Percepciones de Impunidad 2023” que Impunidad Cero presentó esta semana, son una clara muestra de esto.
Cuando se les pregunta a las personas en México si todos los delitos se deben castigar con cárcel, 86% contesta que sí. Por otro lado, cuando se les pregunta si además consideran que es necesario que una persona permanezca en prisión en lo que se investiga el delito por el cual se les acusa, 72% dijo coincidir con esta frase. Además, de acuerdo con esta encuesta, 8 de cada 10 ciudadanos está a favor de mantener a las Fuerzas Armadas en labores de seguridad.
Estas respuestas son extremadamente preocupantes, no sólo porque reflejan un profundo desconocimiento del real funcionamiento de nuestras instituciones de justicia, plagadas de deficiencias y corrupción que devienen en impunidad, sino porque se complementan de una manera perversa. Si las personas consideran que lo mejor que se puede hacer para combatir la impunidad es aumentar las penas, encerrar a las personas en cárceles y que, además, conviene tener a las Fuerzas Armadas ejerciendo labores de seguridad —para las cuales no fueron entrenadas— se cierra el círculo narrativo del panóptico: un sistema centralizado y jerárquico que ejerce control y poder a través del poder disciplinario.
Este modelo punitivista y militarista deriva en consecuencias que son motivos suficientes para rechazarlo: el aumento de la inseguridad y la violencia en el país a pesar de la estrategia fallida de militarizar la seguridad pública; la nula consecuencia de aumentar penas en un país plagado de impunidad por el funcionamiento de las fiscalías; cárceles hacinadas de personas que, en muchas ocasiones, no tienen una sentencia y pueden llegar a ser inocentes de los delitos por los que se les acusa; así como el aumento de las ejecuciones extrajudiciales y otras graves violaciones a derechos humanos por parte del Ejército y la Marina.
No sólo por lo ineficaz que ha resultado ser el punitivismo y el militarismo para reducir los niveles de violencia deberíamos cuestionarnos seriamente nuestras ideas del sistema de justicia, sino porque las continuas facultades que se le han otorgado a las Fuerzas Armadas en labores de seguridad han contribuido al aumento en los niveles de inseguridad.
A diferencia de lo que para Foucault era el cambio de un sistema anterior de tortura y asesinato, por uno más gentil de mejor control disciplinario, no debería sorprender que en México entremos al peor de los mundos posibles: un sistema centralizado y jerárquico de poder que a su vez violenta y ejecuta.
Twitter: @itelloarista
(*) Especialista en temas de justicia y anticorrupción.
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