Mariano Espinosa Rafful
La soledad es la suerte Ella me daba la mano y no hacía falta más.
Mario Benedetti.
Hay fechas con un significado muy importante para nosotros los mortales, en los vaivenes de una vida donde pocas veces hacemos un alto para pensarnos qué hicimos mal, pero que no aceptamos habernos equivocado, y no hay tiempo ya para recomponer ese camino en la bifurcación que tomamos mal.
Quizá lo acelerado del proceso de conocer, de sabernos independientes, pero con una notable falta de madurez de ver más allá del momento y con la suma de muchos más años, casi 30 por cierto, estamos ante el espejo con un desgaste natural, cuidando los otros detalles, las palabras y los entendimientos.
Todo conlleva un proceso, que tiene sus asegunes, la juventud impetuosa, donde no caminábamos, sino queríamos volar, nos tropezamos con un destino perfectible, acompañados de mis hermanos, primos y tíos, enseñanzas con un lenguaje diferente, música clásica, viajes los fines de semana a conocer lugares al interior del país.
Libros y más libros, buenas calificaciones en secundaria y preparatoria para alcanzar vivir una experiencia inolvidable del otro lado del charco del norte de México, en trenes, en solitario, con la práctica de otro idioma que estábamos estudiando por segunda ocasión.
Más de una mujer ha marcado el derrotero en mi vida útil, tenemos consciencia hoy que al dejar de escucharlas caímos en los excesos, esos que aniquilan buenos sentimientos y superan momentos aciagos.
Desde los consejos de mi abuela, cuando iba por ella al cierre al mediodía de “Casa Rafful”, frente al Parque de la fuente “Antón de Alaminos”, en la confluencia de las calles 22 por 19 en el corazón de nuestra hermosa Isla de Carmen, Brillante Rafful Mafud era una mujer con una sabiduría natural de la vida, y de niño le aprendía cuándo hablar y cuándo callar, entre otras enseñanzas.
Hasta nuestros días, porque nunca dejamos de adquirir conocimientos, desde la observación hasta la definición antes de equivocarnos.
Este día es uno de esos donde el calendario hace una gran pausa, los afectos no se pierden en el bosque, están en el sentimiento, pero negamos al interior aquello que definió años complicados por decisiones precipitadas.
No hay arrepentimientos, sino al contrario, valoraciones, porque la madre de mis hijos los mayores me deja siempre enseñanzas, porque escuchamos, sabedores de lo notable de acompañar puntualmente el crecimiento en todos los sentidos de Mariana y Fernando, ella está cumpliendo años, y festejo siempre haberla conocido, convivido y procurado una vida en familia, que no tiene final.
La vida nos presenta retos en muchos momentos, somos agradecidos con lo que construimos, con lo que es parte fundamental para seguir aspirando a objetivos, ya no comunes, pero sí en las preocupaciones por los que nunca dejan de ser nuestros hijos, y las satisfacciones por sus logros profesionales, esos de los cuales sólo ella es artífice, lo cual es sobresaliente, me recuerda a mi madre, siempre con buenos detalles, consejos y miradas que dicen tanto más, que lo que podamos interpretar.
Felicitaciones a la vida de una gran mujer, de la cual aprendí el sentido de vivir a plenitud, sin miedos, sin rencores, en la ayuda al desvalido, a cuidar un enfermo, pero sobre todo el valor de la tolerancia.
Gracias siempre desde los espacios de atención, donde sabemos estamos, porque no podemos olvidar lo vivido, aquello que alimentamos con la verdad, con inteligencia, pero sobre todo con un respeto irrestricto a nuestros dos hijos.
Valores en el sentido de pertenencia, de humanismo, lealtad y dignidad, que siempre acompañan, tu presencia Eus Silva. Felicitaciones.
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