Enrique Márquez
- El 27 de noviembre del año pasado, convertido en un verdadero y frívolo Rey Feo de la trágica carnestolenda mexicana que vivimos, rodeado de eunucos y bufones, abandonando la banda y la superior obligación de gobernar al país, el presidente López Obrador decidió descender hasta la plaza mayor y marchar para combatir a “los conservadores” que con mucha determinación y fuerza defendían el derecho ciudadano a organizar y vigilar las elecciones.
- Desde entonces, el feísimo monarca de la transformación ayuna de ideas y altos propósitos, no ha hecho más que tejer y destejer la trama sinuosa y perversa de la Guerra de las Corcholatas con la que pretendería lograr la reelección de hecho. ¿Cómo ven?
- Apenas ayer, exhibiéndose un poco sobrado y tropical, el Rey anunció que el próximo 1 de julio volverá a descender al Zócalo para contarle al pueblo noblezote y sabiondo lo bien que nos está yendo a todos no obstante que su Alteza Perturbadísima, monocorde y egótica, anda ya por la vida con una muy menguada autoridad y con el país hecho trizas y tarjetas volátiles del bienestar y, lo que es peor: desbordado por las mil y una letanías que el pueblo bastante ya encabritado le dirige por doquier:
- Di no al Rey Feo que ofende y destruye a la República. Di no al Rey Feo, nacido autoritario, insalvable por cada uno de sus actos de poder ignorante y bilioso. Torre de marfil. Arca de la alianza. Di no a la repetición de cruentas y crueles matachinas narcas y no narcas colmadas de abrazos. Di no al Rey Feo, carente de sentido y responsabilidad de Estado, de visión de patria futura, de ideas, orgulloso y soberbio hasta la desesperación de siempre “tener otros datos”.
Di no a esta pobreza, verdadera miseria de la política, que llegó porque los otros ya se habían ido. Di no al Rey Feo que, como algunos suertudos equipos, ganó por default y hoy presume, muy fuera de la realidad, que para llegar debió liquidar a algo así como setenta implacables dragones. Falso. Di no al Rey Feo que ha llenado de enojo a mi país, de pobreza a los más pobres, de dádivas a quienes no se atreven a disentir por x.
Di no al Rey Feo jefe de la mentira política, perseguidor de quienes creen en el valor inmenso de la palabra, en la cultura y la poesía, en el pensamiento crítico tan ausente y despreciado. Di no al Rey Feo, convertido en historiador que falsifica la Historia, una Historia a la que quisiera pasar así fuera figurando en los billetes de quinientos. Di no al Rey Reo que abandonó a su suerte a las mujeres y los niños.
Di no al Rey Feo que traicionó la confianza de grandes mexicanos que creyeron en él, como el periodista Ricardo Rocha, que murió denunciando, lleno de lágrimas, las oscuras y reprobables prácticas del polizonte encargado de la comunicación. Di no al Rey Feo, a ese personaje que cuando sale a la calle en pleno Carnaval y la gente le grita piensa que es por amor, no por rencor. - Di no al Rey Feo. Di no a su memoria llena de olvido, de cientos y cientos de reputaciones destruidas en el ejercicio de la perversidad.
- Llegará el tiempo que le digamos sí a quien sea capaz de volvernos a la dignidad y a los quicios perdidos.
Más historias
Que vieja tan terca
CINISMO RAMPLÓN
EN LAS TRIPAS DEL JAGUAR: 21 NOVIEMBRE 2024