Carlos M. Urzúa
El Presidente ruso Vladimir Putin, no supo estimar la profundidad del hoyo en el que metía a su Ejército al ordenar la injusta invasión de Ucrania. Por muchos años, desde la fundación de la Rus de Kiev en el siglo IX, el pueblo ucraniano siempre ha sobresalido ante el resto del mundo por su gran valentía y entereza. A ver cómo sale Putin de ese hoyo.
Y a ver cómo el susodicho resuelve también dos graves problemas internos que ya representan dolores de cabeza para él. El primero es el de haber seguido al pie de la letra las enseñanzas de su incompetente antecesor, Boris Yeltsin, y haber entregado gran parte de la economía rusa a un puñado de oligarcas que se volvieron extremadamente ricos y que, lo que es aún peor, aprendieron a explotar al resto de los rusos.
A ver qué hace Putin para resolver ese asunto interno. Ya su anterior “chef” Yevgeny Prigozhin, quien se volvió riquísimo alimentando a las tropas rusas (e invadiendo países africanos), le dio un primer aviso con el reciente amago militar por parte de miles de mercenarios. ¿Qué presiones ejecutarán en el futuro el grupo de los otros oligarcas?
Pero el problema interno mayor de Vladimiro Putin no es ése, ojalá lo fuera. Su mayor problema, y seguramente lo será también para el presidente que alguna vez lo sustituya, es cómo mantener a flote, y sin mucho sufrimiento de la población, a la economía rusa. Una tarea que, dada la gran globalización económica actual, será muy complicada.
Los bloqueos comerciales de los países industrializados en contra de la gran mayoría de las importaciones provenientes de Rusia, así como la prohibición de exportar hacia Rusia productos con alto contenido tecnológico, están poniendo a ese país en un aprieto gigantesco. Debido a ello, su balanza comercial con el resto del mundo está empeorando día con día.
Además, de manera aún más peligrosa, la cuenta corriente que lleva Rusia con el resto del mundo se está deteriorando también a pasos agigantados. No sólo por el déficit comercial mencionado con anterioridad, sino también porque muchas de las reservas del banco central ruso denominadas en euros están bloqueadas, aparte de que más de dos tercios del sistema bancario ruso está inmovilizado e inclusive lo está una parte de los activos de la pandilla de oligarcas.
Hasta hace unos meses las autoridades de ese país tenían cierta esperanza de que su economía permanecería relativamente incólume, sin mayor daño.
La razón era que los precios del petróleo y del gas, sus mayores generadores de divisas se dispararon el año pasado, tras la invasión de Ucrania, debido a la falta de una suficiente oferta mundial de esas materias primas.
Pero si algo tiene la economía mundial es su gran flexibilidad para responder a los choques económicos, debido a las señales de los precios.
Un mayor costo mundial de la energía ha llevado a una caída en la demanda de los países consumidores y una mayor oferta de los países productores, lo cual a su vez ha comenzado a llevar los precios del petróleo y el gas a la baja.
Vendrán tiempos difíciles para los rusos. Su Presidente populista, como anteriormente sus zares y sus dictadores comunistas, los está acercando al precipicio.
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