Eduardo Backhoff (*)
La Ley General de Educación (LGE, 2019) señala que el Estado está obligado a prestar servicios educativos y que la Secretaría de Educación Pública (SEP) debe proporcionar a los escolares de educación básica libros de texto gratuitos (LTG). Dichos libros deben de cumplir con los planes y programas de estudio correspondientes y en su elaboración deberán participar los diversos sectores sociales involucrados en la educación. Hasta la fecha, la SEP no ha dado a conocer los programas de estudio en los que se deberían haber basado.
Con los argumentos de que los LTG no están alineados a los programas de estudio (inexistentes, hasta la fecha) y que no se habían elaborado con la participación de los diversos sectores de la sociedad, la Unión de Padres de Familia interpuso un amparo ante una juez del Tercer Distrito en Materia Administrativa de la CdMx, quien ordenó a la SEP no distribuir dichos materiales mientras no demostrara que éstos se habían elaborado de acuerdo con lo que mandata la LGE.
Expertos han denunciado dos grandes problemas de los LTG: el ideológico y el pedagógico. Por un lado, los LTG intentan imponer una visión maniqueísta del mundo, en el que se hace una apología de la pobreza y una satanización de la riqueza; donde los empresarios y las clases acomodadas son conservadoras, explotadoras y traidoras a la patria; mientras que las clases proletarias, los desempleados, los discapacitados y los excluidos representan a la parte buena y justa de la sociedad mexicana.
Esta línea de pensamiento se identifica claramente con las Epistemologías del Sur, cuyo eje central es la “descolonización” cognitiva impuesta por Occidente y la adopción de una visión del mundo de las clases más desprotegidas. Ello implica rechazar el pensamiento europeo, incluyendo la filosofía y el conocimiento científico, por considerarlo al servicio del capitalismo y de las fuerzas sociales más retrógradas y, en su lugar, adoptar los saberes y creencias autóctonos de las comunidades.
A pesar de los problemas legales, conceptuales y pedagógicos que padecen los LTG, el Presidente ha declarado que éstos se distribuirán en todas las entidades federativas. Más allá de los problemas, lo preocupante es que se experimentará por primera vez en 25 millones de escolares un galimatías educativo que no ha probado su eficacia.
Consecuentemente, es probable que los alumnos tengan mayor dificultad para dominar las matemáticas y la lectoescritura, y para comprender las ciencias naturales y sociales; así, el daño a la niñez podría ser de grandes dimensiones. De ser el caso, el Presidente dejará evidencia de por vida de que su Gobierno fue incapaz de plantear una reforma educativa que superara a la anterior.
Twitter: @Eduardo Backhoff
(*) Presidente del Consejo Directivo de Métrica Educativa, A.C.
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