Rosendo Balán Caamal
Torear es el arte de burlar y dominar a los astados. En su origen fue una simple lucha entre el toro y el torero en la que el momento cumbre era la suerte de matar, como el astado acomete a lo que se mueve y cuando lo alcanza lo cornea, el espada para evitar la cogida utiliza la táctica del engaño, empleando capote y muleta.
Las primeras formas, rudimentarias, se han ido transformando aportando constantemente conocimiento y belleza en cada una de las suertes. La lidia dejó de ser sólo preparación eficaz para la muerte, y se transformó también en estética; así nació el toreo moderno, que consiste en crear belleza con el toro, al ejecutar con quietud, temple y mando las suertes del toreo.
El toreo en sus principios fue anárquico, no existían reglas; cada cual ejecutaba las suertes a su voluntad, siendo la más común el adorno, desde el salto al transcuerno de martincho a la suerte del puñal de José Cándido. Era la suerte de matar a la que se le daba mayor importancia y a su ejecución, sin reglas de ningún tipo.
Las primeras normas escritas de las suertes aparecen en la tauromaquia de “PepeHillo”, publicada el año 1796 en Cádiz, a dicha obra le sigue la editada en 1836 por Francisco Montes “Paquiro” y que aún hoy continúa siendo considerada como principio fundamental del toreo. Juan Belmonte (1892-1962), verdadero revolucionario, cambió radicalmente el toreo al introducir o profundizar ciertas formas de ejecutar las distintas suertes, de capa y muleta, y desde entonces se consideran reglas básicas del toreo clásico.
Parar, consiste en realizar las suertes de capote y muleta con los pies quietos. Juan Belmonte tuvo como alternativa el “toreo sobre las piernas” en el que el torero está moviendo los pies durante la ejecución de las suertes.
Templar es mover el capote o la muleta a la misma velocidad a la que se desplaza el toro. Se puede templar de dos formas distintas: haciendo que el torero acomode la velocidad del engaño a la acometida del toro, o imponiendo a éste la velocidad a la que debe embestir.
Mandar es guiar la embestida del toro por donde estime el torero, por ejemplo, llevar hacia fuera, alargando el viaje, a los toros que quieren meterse hacia dentro o conducir hacia dentro a los que quieren salirse, mandar es dominar.
Ligar es enlazar los lances de capa o los pases de muleta sin interrupción, y a la vez, surgió el concepto del toreo en redondo que consiste en interpretar varios lances de capa o pases de muleta.
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