Tribuna Campeche

Diario Independiente

De política… y cosas peores | Apoyemos a Xóchitl

Catón

“A mí no me tizna el cura ni en Miércoles de Ceniza”. Esa frase solía usar don Tomás Berlanga, quien del Potrero de Ábrego, donde nació, fue a Saltillo a estudiar en el Ateneo Fuente y se convirtió luego en orador de fuste, maestro de gran mérito y político cabal. Recio positivista nutrido en las doctrinas de Comte y de Barreda, profesó un jacobinismo radical. Celebró la construcción del Teatro Acuña, hecho todo de madera, incluso el mecanismo del exacto reloj de su fachada, y dijo que ese centro de cultura se hallaba situado entre dos barbaries: la plaza de toros por el lado norte; el templo de San Esteban por el sur. Lo del templo se lo he perdonado ya; lo de la plaza de toros no se lo he podido perdonar. Al paso del tiempo aquel teatro se incendió y ardió hasta sus cimientos como castigo celestial, según el pueblo, por haberse representado en él un drama de sacrílego nombre: “El loco dios”. Aquella frase que al principio puse la decía don Tomás al advertir que alguien iba a aprovecharse de él en algún asunto o trato. Expresión similar, si bien bastante más plebeya, se emplea aún en el Potrero cuando alguien quiere tomar indebida ventaja de otro: “Eres zorra, cabrón; te veo la cola”. Así actuó, pienso, con habilidad política, la dirigencia nacional del PRI cuando reconoció que las encuestas no favorecían a su valiosa militante, Beatriz Paredes, frente a la senadora Xóchitl Gálvez, y se sumó a la precandidatura de ésta para contender en la elección del 24. De haber continuado el proceso se habría abierto la posibilidad de que AMLO maniobrara para descarrilar a quien se ha vuelto el mayor riesgo para su intento continuista, e influir en cuanta manera le hubiera sido dada para lograr que la candidata del Frente Amplio por México fuese la priísta, más fácil de vencer en la contienda final. Ahora veremos lo que nunca habríamos imaginado: el PRI apoyando a una candidata perteneciente al PAN. Desde luego Xóchitl Gálvez deberá proponer desde el principio un gobierno de coalición en el cual tengan parte cuadros —así se dice— de los diversos partidos en alianza. Yo veo a Beatriz Paredes en Gobernación, aportando su experiencia, su sabiduría política, su buen sentido y su gran calidad humana en bien de México. Desde luego eso en el caso de que Xóchitl Gálvez gane la batalla, cosa que no será miel sobre hojuelas, perita en dulce o enchílame otra, pues enfrentará el poder de AMLO, quien echará mano a todos los recursos a su alcance, legales e ilegales, a todas sus marrullerías de político diestro en manipulaciones electoreras, y a la fuerza toda del Estado, para sacar adelante a su corcholata —casi seguramente Claudia Sheinbaum— e impedir que caiga por tierra su propósito de seguir ejerciendo el poder por medio de interpósita persona. (A otro perro con ese hueso de que al terminar su gestión se retirará a su rancho, como nuevo Cincinato, y se olvidará de la política para dedicarse a la lectura y al cultivo de su tierrita. Permítanme un momento, por favor. Voy a ver quién fue ese Cincinato. Romano, en él encarnaron las virtudes cívicas de los primeros tiempos de la República. Cuando los senadores fueron a buscarlo en tiempos de sedición para ofrecerle el poder absoluto lo encontraron con el arado en la mano. Aceptó el cargo para salvar de la anarquía a Roma. Tan pronto lo hubo conseguido renunció al poder y regresó a seguir cultivando su solar, sin ninguna riqueza ni ambición). Para salvar a México apoyemos nosotros ahora a Xóchitl Gálvez. Si no lo hacemos vayamos a Cuba, a Nicaragua o Venezuela, para irnos acostumbrando a lo que nuestro país será. FIN.

Manganitas

AFA

“…Xóchitl Gálvez será la candidata presidencial de la oposición…”.
Se ven signos de temor
en alguien de mucho filo
que antes estaba tranquilo:
el presidente Obrador.

Mirador

Armando Fuentes Aguirre

Jean Cusset, ateo siempre con excepción de la vez que oyó el andante de la Sonata K. 381, de Mozart, dio un nuevo sorbo a su martini —con dos aceitunas, como siempre— y continuó:
—Los hombres creemos saber mucho, pero en verdad nada sabemos acerca de las cosas que en verdad importan. Hagamos a un lado cuestiones como de dónde venimos y a dónde vamos, y preguntemos por qué permite Dios el sufrimiento de los inocentes. La interrogación de Job sigue sin respuesta, y seguramente nunca la tendrá, pues Dios no responde las preguntas de los hombres.
Siguió diciendo:
—En esa noche de la duda sólo pueden estar tranquilos quienes poseen la luz que da la fe. Yo la tengo a veces, pero luego se apaga en mí su resplandor, y entonces me lleno de soledad y de inquietud. Pediré el don de la fe, aunque no la merezco, así de oscura es mi oscuridad.
Eso dijo Jean Cusset, y dio el último sorbo a su martini, con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!…

¡Comparte esta nota!