Pbro. Victoriano Durán Muñoz
1.— Una imagen que grita. La noche del domingo 24 septiembre, hace una semana, al término de la santa eucaristía de 7:30, caminando en compañía de un gran colega del periodismo local, Carlos Carvajal, nos llamó la atención, bajo el portal del atrio, un hombre recostado junto a dos enormes bolsas negras de plástico (con sus “tesoros” personales) y, de inmediato, lo que acabábamos de ver nos dio motivo para una larga y animada conversación con serios cuestionamientos.
2.— Gritos a la conciencia. ¿Qué nos gritaba esa imagen? (Le llamamos “teporocho” por ser una expresión clásica, pero tal vez era sólo un indigente, sin techo donde cobijarse).
Un “grito” callado es: “Iglesia, ¿qué haces allá adentro, si los pobres estamos acá afuera?
“Yo, no soy yo, somos nosotros. Iglesia, ¿qué estás haciendo por nosotros?”.
3.— ¿Dónde quedó la Iglesia de los pobres?
Porque si la Iglesia, no es la Iglesia de los pobres, no es la Iglesia de Cristo.
4.— Si la Iglesia es más amiga de Herodes y Pilato, que de los pobres sin techo ni comida, esa no es la fundación de Cristo.
“Vengan, benditos de mi Padre, porque estuve hambriento y me dieron de comer… ¿Cuándo? Cuantas veces lo hiciste con uno de éstos, hermanos míos, más pequeños, conmigo lo hicieron…”. (Léase Mateo 25, 31-46).
5.— Maldito el día en que, por metodología pastoral, se dividió la actividad salvífica de la Iglesia en “pastoral profética, litúrgica y social,” como si la opción de hacer obras de caridad y misericordia fuera opcional, o como un lujo o moda que puede seguirse o no, trabajar en ella o no.
6.— Aún resuenan en los viejos oídos de quien esto escribe las palabras llenas de ira de aquel pastor: “Yo no te mandé a San Rafael a buscar borrachos. Tú perteneces a la pastoral profética y no a la social”.
7.— Oración: Dios mío, ¿cómo es posible que un ungido del Señor diga esto? ¿Cómo es posible que no pueda ver —impedido por sus esquemas mentales— que la mejor manera (y tal vez la única) de anunciar el Evangelio de Cristo, eficaz, y eficientemente es con obras? Señor, Señor, libéranos de los esquemas mentales que empobrecen, enloquecen y embrutecen, que nos impiden entender lo que tú quieres con tanta pasión, que es practicar la “misericordia, más que ofrecer sacrificios”. Amén, amén.
Toda la noche de ese domingo, el indigente, loco o teporocho siguió gritando. Era una versión, aquí y ahora, del peregrino aquel, del que nos habla San Lucas, que fue golpeado a la vera del camino, al que vio primero un sacerdote, luego un levita y se siguieron de largo… Pero de estos gritos hablaremos en una siguiente nota de Voz de los que no tienen voz.
Comunicación al 3311453950. Hasta la próxima.
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Que vieja tan terca