Víctor Améndola Avilés
Debatía hace unos momentos, en uno de tantos grupos de WhatsApp, el tema de las candidaturas independientes. Surgieron en esa plática-debate dos nombres:
Eduardo Verástegui y César Asiain del Castillo.
Pero me parece que 2023-2024 no será, una vez más, el tiempo de los “candidatos independientes”. Y no lo será, no porque en la sociedad civil no existan nombres y personalidades de prestigio y renombre. Por supuesto que los hay, y muchos.
El problema radica en otra circunstancia. Y es que el Presidente de la República viene diseñando años atrás, con una enorme cantidad de recursos públicos, el escenario para llevar a cabo más que un proceso electivo, un plebiscito electoral, bajo una premisa elemental: 4T Sí o 4T No.
Con elementos también muy claros a distinguir hasta el día de hoy, señalo solamente dos:
1.— El Presidente, en el centro del debate.
Todas las mañanas es López Obrador, y no Claudia Sheinbaum, quien ataca, quien critica, quien denuesta a la oposición, a Xóchitl y a las organizaciones políticas que respaldan a la futura candidata del FAM (Frente Amplio por México).
Es decir, el golpeteo y el debate corre a cuenta del Presidente, no de su candidata. El desgaste político se lo quieren ahorrar a la “carismática” candidata oficial.
2.— La inmoralidad del uso de recursos públicos en favor de CS. El ejemplo lo tuvimos aquí, claramente, apenas el pasado fin de semana. La impresentable Layda Sansores con su circo portátil siendo los promoventes y promotores de la candidata oficial. Morena Campeche y Erik Reyes son sólo guiñapos de trapo que sirven de escenografía para la foto oficial.
Pero los tramoyistas, que son quienes realmente mueven las cosas, son otros; y en el papel deberían estar ocultos frente al público. Aquí el cinismo y la hipocresía les ha llevado al exceso de mostrarse delante de todos, aunque con eso desbaraten y dejen burda la presentación de su candidata.
Todo el poder del Estado y de los Estados para apoyar a la “multifacética” Claudia Sheinbaum.
Aporto elementos para argumentar que en lugar de llevarse a cabo un proceso electivo se llevará a cabo un plebiscito (revocatorio); hay que reconocer que el bloque oficial se encuentra todavía compacto en torno a López Obrador.
Mantienen (aún) una serie de elementos a su favor:
1.— El poder presidencial.
2.— Tres partidos políticos (Morena, PT y Verde).
3.— Sectores del crimen organizado a su favor. Las elecciones y las resoluciones del Poder Judicial en los casos Michoacán, Sinaloa y Tamaulipas lo dejan muy claro.
4.— Dinero público usado en favor de Claudia Sheinbaum (no sólo el federal). Una vez más el caso Campeche y el circo montable de Layda Sansores deja al descubierto los recursos estatales para promover la “súper simpatía” de Claudia.
5.— El apoyo incondicional de una parte de la cúpula militar.
Según diversos datos estadísticos, en este momento cuentan con un respaldo entre el 35 y 40% de la población. Esa percepción se consolida con los resultados de los últimos procesos electorales. Es decir, en una elección de 2, no les alcanza.
Cuentan con un voto cautivo de seguidores incondicionales, además de las clientelas electorales que se sostienen con recursos públicos. Pero no tienen hacia “dónde crecer”, la clase media ha sido calumniada y vituperada por López Obrador y la mayoría de la clase alta los repudia. Sólo le quedan los sectores sociales más vulnerados, que es donde se encuentra su base electoral.
Del otro lado, está la alianza que ha logrado concretar un esfuerzo muy grande. Apoyada por amplios sectores de sociedad civil, dejó atrás diferencias históricas y está en la tarea de construir una plataforma de gobierno plural e incluyente.
No voy a ponerme argumentar la validez de la alianza de estas tres fuerzas anteriormente confrontadas. Sería parte de un estudio más amplio y con objetivo distinto a la premisa que ahora deseo desarrollar.
Lo cierto es, que el voto opositor descansa en PAN PRI y PRD. Incluso Nuevo León donde gobierna MOCI, la lucha fue entre el partido naranja y el candidato del PRI con un PAN en tercer lugar y Morena en el cuarto escaño.
Esas son las dos opciones válidas desde mi punto de vista, hasta el día de hoy. Y el escenario no observo que pueda ser modificado.
Con este criterio, Movimiento Ciudadano y cualquiera otra opción “independiente” traería la sola acción concreta de actuar como esquirol al servicio del Gobierno Federal de Morena.
Su finalidad no es ganar, su objetivo en realidad es dispersar el voto opositor que sería el no a la 4T en este plebiscito electoral.
Cualquier “candidatura independiente” no tiene ninguna posibilidad real de ganar.
Y no la tienen por varias razones:
1.— No traen recursos para ganar una elección de esta naturaleza;
2.— No traen estructuras para cuidar su voto el día de la elección;
3.— No tiene un proyecto definido de nación (MOCI es un mole de muchos chiles: expriístas, expanistas, experredistas, etc).
Lo mismo con MOCI, no existe ninguna encuesta, ningún estudio de opinión, ningún análisis estadístico serio, que señale o infiera que puedan a tal grado, primero alcanzar a la alianza PAN-PRI-PRD y después llegar a competirle a Morena.
Los “independientes” y los sueños guajiros de Dante Delgado son elementos aislados, sin destino y sin posibilidad de triunfo real.
Aunque… eso sí, pueden cobrar como si fuera oro molido, el trabajo de esquiroles con Andrés Manuel López Obrador.
Más historias
EN LAS TRIPAS DEL JAGUAR: 22 NOVIEMBRE 2024
Que vieja tan terca
CINISMO RAMPLÓN