Suman 27 muertos y cuatro desaparecidos
ACAPULCO, Gro. (El Universal).— Los vientos del huracán Otis no discriminaron: lo mismo se llevaron un departamento en Acapulco Diamante que el techo de una casa en el poblado de La Sabana.
El fenómeno meteorológico dañó tanto los complejos turísticos como las colonias pobres. Desbarató las grandes cadenas de tiendas de conveniencia y los puestos de vendedores de dulces tradicionales. La destrucción fue total. Inclemente.
Lo que está igualando Otis en estas dos zonas es el caos. El desorden es generalizado, los saqueos no paran y la gente se encuentra vaciando todo tipo de tiendas, desde Oxxos y un WalMart hasta una tienda de azulejos y un salón de fiestas.
A los comercios primero los devastó Otis y luego la rapiña.
En los poblados de La Sabana, El 21, Los Órganos, El Quemado y Tres Palos, el huracán Otis golpeó con gran poder.
Sobre las carreteras, decenas de postes de luz están tirados. También las tiendas fueron saqueadas. Los techos se encuentran levantados y los caminos rotos por las corrientes del agua.
“A nosotros nos preocupan mucho los saqueos, porque en unos días no vamos a tener nada, a ver de dónde vamos a sacar, porque esos cabrones del Gobierno no nos van a querer traer”, dijo un poblador.
Lo cierto es que después de los destrozos del paso de Otis vienen los verdaderos efectos: la escasez de alimentos y agua, la falta de gasolina, la contaminación, infecciones y una larga espera para los damnificados. Ante todos ellos, no llega la ayuda y ninguna autoridad está presente. Todo es caos, se siente como si no hubiera guía.
El presidente Andrés Manuel López Obrador informó que tras el paso del huracán Otis por Guerrero, y en especial por Acapulco, el reporte es de 27 personas fallecidas y cuatro desaparecidas, de las cuales tres son elementos de la Marina.
Sin embargo, no precisó dónde se registraron los decesos ni las edades de las víctimas.
Testimonios de turistas coinciden en que los hoteles no comunicaron a sus huéspedes la gravedad de la situación ni aplicaron protocolos de seguridad. Los visitantes fueron enviados a sus habitaciones, a la orilla del mar, a esperar a que el huracán entrara por la ventana. No se les informó sobre zonas seguras.
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