DECISIÓN DICTATORIAL. En todas las tragedias por fenómenos naturales, ya sean huracanes o terremotos, siempre se ha admirado la pronta respuesta de la sociedad civil organizada, que sin recibir llamados de la autoridad, acude desinteresada a ayudar a las víctimas. Nos tocó ver a diferentes presidentes haciendo un llamado a la ciudadanía a ser solidaria con aquellos en desgracia.
Hoy, a diferencia de lo que vimos en sexenios pasados, ante la tragedia que se vive en Guerrero tras el paso del huracán Otis, el presidente Andrés Manuel López Obrador condicionó que toda la ayuda que se destine a ese Estado tendrá que entregarse al Ejército o la Guardia Nacional, para que sean quienes la repartan, además de politizar el tema para fomentar el odio y mantener a la sociedad polarizada.
Ante la dictatorial decisión presidencial, los guerrerenses tendrán que sobrevivir sin la calidez que brinda la sociedad civil organizada, y conformarse con lo que les den los militares, cuyos abusos a los derechos humanos de ciudadanos e integrantes de diversas asociaciones civiles comienzan a multiplicarse. Mientras, el caos crece ante la insensibilidad, indolencia e incapacidad del Presidente, que se “gastó” los recursos del Fonden y no tiene dinero para hacer frente a los daños acumulados.
GOBIERNO REBASADO. Cuando vean la luz estas líneas, ya estará vandalizado el 100% de los comercios de Guerrero, con la complacencia de la Guardia Nacional y el Ejército. Y es que ante la falta de recursos del Gobierno Federal para hacer frente a los daños, lo más económico es permitir la rapiña, en tanto buscan de dónde sacar ayuda. Nunca se había visto una respuesta tan lenta de las autoridades federales y estatales ante una tragedia de esta magnitud.
No hubo presencia oportuna del Presidente, que decidió ir en coche a Guerrero y se quedó atascado, como paradójicamente ha estado su Gobierno. Tampoco la hubo de la gobernadora Evelyn Salgado, que tardó dos días en aparecer muy bien maquillada y vestida, mientras sus gobernados llevaban ese lapso sin agua y sin poder asearse.
Pese a haber sido avisadas por el Centro Nacional de Huracanes de los Estados Unidos con 21 horas de anticipación, las autoridades mexicanas se durmieron ante el desastre que se pronosticaba. Incluso se quedaron incomunicadas por no haber pagado los servicios satelitales de emergencia. Su manejo posterior ha sido un caos, una verdadera tragedia que si algo ha exhibido, es la nula capacidad del Presidente para liderar al país en medio de una crisis.
ANARQUIA EN GUERRERO. El secuestro del Estado de Guerrero por parte del Gobierno Federal utilizando a la Guardia Nacional y el Ejército Mexicano, con la excusa de que sus retenes resguardan la seguridad y que son los únicos autorizados para repartir despensas, insumos y agua a los damnificados del huracán Otis, arroja ya testimonios de terror.
Porque los retenes no son para resguardar a nadie, sino para saquear a quienes se dirigen a ese Estado a auxiliar a familiares y amigos. Los víveres que les llevan les son confiscados junto con joyas, relojes, celulares, dinero y todo aquello de valor que los militares y policías encuentren, y en algunos casos hasta los vehículos.
En medios de comunicación abundan videos de gente saqueando los comercios mientras la policía, Guardia Nacional y los militares observan a lo lejos, sin hacer nada para impedirlo. ¿Así se resguarda el orden? Impera el caos interno derivado de la creciente necesidad de ese pueblo, al que las mismas autoridades mantienen aislado y secuestrado ¿Qué hay en Guerrero que las autoridades federales lo custodian a punta de pistola?
¿Qué narrativa tendrá hoy Layda Sansores en su show cómico, musical, circense sobre la desgracia de Acapulco?
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