Adriana Dávila Fernández
Los dirigentes de los partidos PAN, PRI y PRD registraron ante el Instituto Nacional Electoral, la coalición “Fuerza y Corazón por México” y anunciaron que competirán, en conjunto, en 30 de las 32 entidades federativas, presentado sus fórmulas del Senado, y en 253 de 300 distritos federales electorales. Este acuerdo aún puede modificarse y ampliarse.
La precampaña presidencial ya arrancó y en las próximas semanas veremos el despliegue de las contiendas internas para renovar el Congreso de la Unión. Para nadie es desconocido que es fundamental que se consigan los equilibrios necesarios en el Poder Legislativo y se refleje la pluralidad del país, por lo que la calidad del proceso de selección de candidatos y candidatas en la coalición opositora es de vital importancia.
La reciente renuncia de Adrián Rubalcava, alcalde con licencia de Cuajimalpa, debe ser una lección para las decisiones que las dirigencias partidistas tomarán en los siguientes días.
Con el pretexto de sentirse “traicionado” por su líder partidista, Rubalcava le dio la espalda a las víctimas que en la CdMx exigen no sea ratificada Ernestina Godoy en su cargo de fiscal.
En una entrevista con la periodista Adela Micha, Rubalcava advirtió: “Vamos a ratificar a Ernestina Godoy con los diputados que simpatizan conmigo, por la traición… Yo sé que era una preocupación importante para el Frente y hoy ya no estoy en el Frente, mis diputados no estarán en el Frente, pues vamos por la ratificación”.
Declaraciones como estas son tan indignantes como injustificables. Nadie niega el derecho de una persona a separarse del partido político que lo postuló, pero lo que es denigrante es que sea pasando por encima de quienes padecen el autoritarismo y la injusticia de una fiscal a modo, que usa su cargo como instrumento de coerción y extorsión política electoral.
Por eso es que, en los hechos, las únicas traicionadas son las víctimas de la funcionaria morenista, que se han manifestado en todos los foros posibles para evidenciar cómo es que la Fiscalía capitalina sirve solo a intereses político-electorales de la ahora precandidata presidencial de Morena, Claudia Sheiunbaum. Acusaciones falsas, carpetas de investigación fabricadas, operativos ilegales y dudosos y una impunidad que se genera con la ineficiencia y el dolo, son sólo algunos de los males que padecen las más afectadas: las mujeres.
A la renuncia de Rubalcava, se sumó la de la polémica alcaldesa de Cuauhtémoc, Sandra Cuevas, quien antes de irse regó la semilla de la detracción; lamentablemente no son los únicos casos. Especialmente en las elecciones del 2018 y 2021 hemos visto a personajes políticos —que se decían opositores al régimen— sumarse, sin ningún remordimiento, a la horda de aplaudidores, embajadores y siervos del oficialismo:
Legisladores que llegaron con los votos de los partidos de oposición, como Raúl Paz, Rommel Pacheco, Justino Arriaga y Jorge Carlos Ramírez Marín; o exgobernadores, que en otros momentos arremetieron contra Andrés Manuel López Obrador y Morena, como Claudia Pavlovich, Quirino Ordaz, Omar Fayad y Carlos Joaquín, quienes luego de haberse “purificado” y reivindicado con el patriarca, recibieron como premio a su “transformación”, embajadas en diferentes países.
México vive momentos complicados con el oficialismo. Por eso es fundamental cuidar las formas y no repetir los errores que nos han alejado del electorado.
Ante el fallido desempeño de los gobiernos morenistas, el país nos exige dignificar la política y encabezar las causas ciudadanas.
El rechazo de una gran parte de la sociedad a los partidos políticos se da por acciones poco éticas de personajes cuyo interés está alejado del fortalecimiento a las instituciones. Una excompañera senadora, luego de la renuncia de un legislador que fue postulado por el PAN, me decía: “Imagínate que lo invitamos a nuestra casa, le servimos el mejor vino, le dimos la mejor comida y se sentó en la mejor mesa, porque además cuando llegó, ya estaba todo preparado; y a cambio del mejor trato, desperdició la comida, destrozó el comedor, se tomó todo el vino y además se fue azotándote la puerta hasta tirarla y luego, cuando llegan más invitados, encuentran la casa hecha un desastre que otro nos dejó”.
Estas experiencias deben alertarnos para frenar conductas de los que recurrentemente caen en la traición y se justifican con el estéril alegato de sentirse traicionados. Reitero, para ejercer el oficio político es necesario, primero, tener voluntad para trabajar por el bien común de la Nación; segundo, capacidad y compromiso para desempeñar los cargos públicos y, por último, la responsabilidad de acatar el espíritu de nuestro marco jurídico.
Acompañadas de la competitividad, las candidaturas deben tener como requisito indispensable, la ética y la responsabilidad pública, así como el respeto a las instituciones partidistas, que no deben seguir como franquicias comerciales o agencias de colocación para perversos fines personales de determinados grupos o personas.
Las y los mexicanos que venimos desde abajo, con todo el esfuerzo, exigimos a los partidos políticos opositores, congruencia política, responsabilidad en sus decisiones y probidad en el desempeño de sus funciones, para recuperar lo más importante: la confianza del electorado que nos permita construir un mejor porvenir para México.
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