Misa en el barrio de Guadalupe
Al ofrecer misa para el barrio de Guadalupe, el sacerdote Arsenio Carrillo Peña encendió la segunda vela de la corona de Adviento que recuerda la preparación para el nacimiento de Jesucristo.
Frente a locales y peregrinos que están de regreso a sus hogares tras visitar la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México, el presbítero mencionó que “ya se está en la recta final de culminar las fiestas a la Virgen del Tepeyac en muchas parroquias, santuarios, barrios, sectores y estaciones de trabajo.
“La Virgen María de Guadalupe, madre de los mexicanos, nos da consuelo, amor, ternura y protección. Por eso, para corresponder a tantos dones, este año se han multiplicado los grupos de antorchistas, se nota en las carreteras y caminos”.
Señaló que desde la Península de Yucatán hasta la Basílica del Tepeyac han viajado los peregrinos. La enseñanza de esta tradición se la van pasando de generación en generación.
“La historia la transmitían por pinturas. Las imágenes eran indispensables. Ella se queda en una especie de códice en la tilma de Juan Diego. Además, el rostro de la Virgen no es ni español ni indígena. En su rostro mezcla la unión de los pueblos, y expresa la comunión, la paz y la armonía de las diversas razas”, destacó.
Es necesaria la conversión y si realmente esperamos al Señor, hay que empezar a preparar los caminos para su venida. Es decir, hay que vivir ya, aquí y ahora, como si Él estuviera ya aquí. Esa es la mejor preparación, exhortó.
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