Sergio Aguayo Quezada
Un gran abrazo a Cristina Pacheco.
Para calibrar el significado de los textos se requiere diseccionarlos y contextualizarlos. Eso haré con los discursos de la candidata de Morena y de la presidenta de El Colegio de México (Colmex) pronunciados el 3 de diciembre en el primero de los “Diálogos por la transformación”, encuentro al que asistieron los rectores de universidades de todo el país. Enmarco el evento en las dos corrientes que han coexistido al interior de la 4T hacia la academia.
Una es consecuencia del encono que afloró en López Obrador a los pocos días de llegar a la Presidencia hacia periodistas, activistas y académicos, tres gremios que lo habían apoyado durante su larga campaña. La animadversión fue puesta en práctica por instituciones como el Conacyt (ahora Conahcyt) que, al buscar revolucionar la educación superior con manotazos autoritarios, llegó al extremo de denunciar penalmente a docenas de colegas por ¡delincuencia organizada! Algunas instituciones fueron cercadas y diezmadas, y un ejemplo de esa barbarie es el maltrato al Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE).
La otra corriente se caracterizó por preservar el diálogo y buscar la colaboración. Es el caso del gobierno de Claudia Sheinbaum que mantuvo relaciones de colaboración y respeto con las universidades capitalinas a través de la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (Sectei) encabezada, sucesivamente, por las científicas Rosaura Ruiz y Ofelia Angulo.
En el evento que inició los “Diálogos por la transformación” hubo cuatro oradores que respetaron la equidad de filiación y género. Por la 4T hablaron Claudia Sheinbaum y Juan Ramón de la Fuente. Por la sociedad civil, Silvia Giorguli, presidenta del Colmex y Francisco Cervantes, presidente del Consejo Coordinador Empresarial. Como la relación del Presidente con los empresarios fue bastante fluida, me detengo en el caso de la presidenta del Colmex, institución en la cual soy profesor desde 1977.
La primera parte del discurso de la doctora Sheinbaum se apegó al esquema habitual: un elogio a la transformación y al Presidente y la promesa de continuarla con su programa de “17 puntos”. Lo novedoso llegó en las últimas frases de su discurso. Reconoció que “no estamos de acuerdo en todo”, lo cual calificó de “bueno” porque “no queremos pensamientos homogéneos”. Cerró su alocución lanzando una invitación a “continuar dialogando”. Un exhorto notable dadas las descalificaciones durante las mañaneras.
La doctora Giorguli celebró “la construcción de estos espacios colectivos, plurales e incluyentes”, reivindicó el papel de las universidades, “actores centrales en la construcción de país”, e insistió en que las universidades están “acostumbradas al diálogo” y “a la diversidad”, para luego enfatizar que “no somos espacios homogéneos, tenemos miradas críticas y estamos acostumbradas desde el ejercicio de la autonomía a expresarlas”.
La mención a la autonomía es clave. Si el Colmex y la UNAM se salvaron de la degollina cuatroteísta fue porque estaban protegidos por su autonomía, de la cual no disfrutaron el CIDE y otros centros Conahcyt.
Para que la autonomía resista requiere de un sólido tejido interno que la transición democrática solidificó permitiendo a las universidades implantar, además de reglas explícitas para el acceso y la permanencia del personal docente y de los estudiantes, contrapesos a las decisiones unipersonales mediante argumentos presentados ante órganos colegiados construidos con votaciones entre pares.
Esa tradición, sostenida en la independencia, permitió construir los puentes que hacen posible el diálogo. En el caso del Colmex y la 4T, fue vital la relación de trabajo mantenida con la Secretaría de Educación capitalina con programas como la Red ECOs. Otro, de más largo aliento, se encuentra en el sólido compromiso del Colmex con la pluralidad. Desde hace décadas, profesores de la institución han invitado y escuchado los planteamientos de los candidatos a la Presidencia de todos los partidos. Ahí estuvieron Andrés Manuel López Obrador y Vicente Fox, entre otros. Seguramente quienes aspiran a la Presidencia lo harán ahora.
Ignoro el desenlace de los diálogos, pero el sexenio deja como lección que no hay sustitutos para la autonomía en democracia interna. Es indispensable para la generación del conocimiento exigido por los grandes problemas nacionales.
@sergioaguayo
Colaboró Jorge Araujo.
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