Francisco Rodríguez
El hombre es lo que es. Nunca cambia en su temperamento y esencia. Desde la infancia hasta la muerte física sólo se transforman los caracteres y los atributos de la persona conforme son programados por su entorno, la educación, las experiencias y la programación vocacional de sus aptitudes a lo largo de su existencia.
La claque cuatrotera en el poder pertenece a esta categoría de análisis psíquico, toda vez que nacieron en un entorno de impotencia y fueron moldeados a través de los años en torno de criterios de enriquecimiento ilícito, depredación, tráfico de influencias, aplastamiento de demandas populares y sevicia política… aunque en público dijeran otras cosas.
Esto, que puede ser una perogrullada, forma parte de una concepción integral de todos los estudios modernos sobre la personalidad humana que determina su modo de ser y actuar, con sus emociones y sistemas psíquicos. Alguien inserto en un sistema corrupto no puede desligarse fácilmente de él, pues recibiría la recriminación, el desconocimiento y hasta el castigo inmediato del grupo dominante en el entorno.
Así, cuando una persona es invitada a ingresar a una clase social encumbrada, como los seguidores de Andrés Manuel López Obrador, y él mismo, sabe perfectamente adónde se dirige, conoce de antemano quiénes son quienes los convidan. Entra en un círculo hermético que está conformado por sujetos con temperamento y esencia similares. No puede llamarse a engaño.
Ha ingresado o fue cooptado por una clase social confiada absolutamente en que sus actos jamás podrán ser juzgados por una instancia superior a ella, pues es una claque controladora de todo el sistema administrativo, legislativo, judicial, monetario, de poder, militar, de opinión pública y publicada, sustentada sobre un conglomerado corrupto.
Una clase social tan empoderada y vengativa que sabe que ninguno de sus actos de corrupción o de complicidad, soborno, chantaje o extorsión, del tamaño que pueda ser, no tiene ni tendrá consecuencias jurídicas ante ningún tribunal formal, de conciencia, de transparencia, de rendición de cuentas, de procuración de justicia, de supervisión social, de crítica institucional.
Son así simple y llanamente porque están en la cúspide de un sistema jerárquico vertical que toma decisiones omnímodas y realiza actos que no están sujetos a ningún escrutinio previo ni a sanción posterior. El que ingresa a esa masa seudohumana de corrupción sabe desde el primer momento que su carácter debe moldearse a las circunstancias de ese entorno.
AMLO lo supo y lo sabe. Para eso buscó afanosamente el poder. Sabe también que cualquier desviación de esa línea lo llevaría al ostracismo, a la inhabilitación, el repudio o la cárcel, para pagar en nombre de todos los demás. Nadie en su sano juicio podría ir a contracorriente de la corrupción que campea en la 4T.
El sexenio de la corrupción familiar. La corrupción es una de las razones de lo compacto del lopezobradorismo. Quien se salga del círculo íntimo, quien revele sus enjuagues, sabe que no hay reversa en su futuro, en su prestigio personal ni en la seguridad de su familia. En el fondo, saben que su futuro personal, su impunidad y tranquilidad dependen del hilo delgado de la lealtad y el silencio hacia lo que es público y notorio.
De lo comprobado y juzgado por los gobernados, una masa inerme de individuos acorralados por la complicidad de autoridades que tampoco tienen el valor de aceptar una denuncia, de hacer una declaración valiente, de procesar un trámite que atente contra los poderosos, pues en ese momento su vida peligra.
Los cientos de casos de secuestrados, sobornados, reprimidos, azotados, “levantados”, ajusticiados, destazados y exterminados en todos los sectores de la crítica pública del periodismo honesto e independiente, de los empresarios que se han opuesto a los despojos, de los grupos sociales que se han atrevido a la protesta son el testimonio de un pueblo en vilo.
Son, desafortunadamente, una legión de profetas desarmados, un conglomerado de víctimas del asalto, despojo, injusticia y depredación total por parte de una claque de desalmados cuyo carácter ha sido forjado para el abuso, el crimen, la complicidad con el narcotráfico, la obediencia lacayuna a los patrones imperiales y el destrozo absoluto de cualquier concepto de soberanía nacional o de defensa del territorio patrio.
La molicie, la corrupción, la represión, la impunidad enmarcan el escenario de un sistema de gobierno que revela lo profundo de la descomposición del país. La claque cuatrotera siempre solícita a someterse a cualquier capricho de los poderosos del norte, aplasta sin piedad a humildes sin voz ni esperanza.
AMLO, igualito a Carlos Salinas. Desde las matinés palaciegas se les niega a los ciudadanos cualquier posibilidad de organización, protesta o mínima exigencia de derechos humanos, individuales o sociales. Como Carlos Salinas de Gortari, AMLO “ni nos ve, ni nos oye”.
No a las familias de las víctimas del crimen, de las desapariciones, de los asesinados, de los feminicidios. Ni los quiere cerca, pues amuralla el Palacio Nacional.
A su vez,la inmensa masa de desheredados que suma más de cien millones, es violentamente manipulada desde el poder para hacer físicamente imposible la construcción de un frente amplio de desprotegidos. Todo tendrá que arrancarse desde la imaginación y el coraje de defender a México, para hacer frente a la corrupción, el salvajismo, la opacidad y la destrucción nacional a cargo de López Obrador.
El resto del gobiernito, como quien oye llover, consiente los actos proditorios en contra de la economía nacional y en favor del crimen organizado que cometen los parientes y los amigos cercanos a quien cree ser el sol que nos alumbra desde Palacio Nacional.
Valerosos ciudadanos de Acapulco exigen que buena parte del dinero público destinado a ensalzar a Claudia Sheinbaum–sin conseguirlo– se destine a reconstruir los daños que dejó el huracán Otis. No les hacen caso. Les envían migajas de lo que se dilapida en las campañas morenistas. La dizque gobernadora, lo mismo que la alcaldesa, totalmente ausentes, indolentes ante la desgracia de quienes votaron por ellas. Absolutamente vergonzoso.
No cabe duda alguna: el sello delos cuatroteros y el lopezobradorismo rampante es el cinismo y la desvergüenza ante cualquier acontecimiento.
Y no para ahí.
Lo peor es que la corrupción, el narcotráfico y el asesinato genocida a mansalva está detrás de esa concepción de la vida.
Para eso los amaestraron.
Es el perfil de su personalidad, asentado sobre la genética y el temperamento de su estructura vital.
AMLO es corrupto y genocida.
Indicios.
¡Vaya joyita que Morena atrapó en sus redes! Se trata del cobarde Eruviel Ávila, ex gobernador del Estado de México, quien en 2018 descalificaba a la “corcholata” favorecida de quien decía que carecía de aptitudes para gobernar CdMx —lo que resultó cierto— y ahora que, con expedientes de corrupción en mano los cuatroteros que le prometieron impunidad lo pescaron se deshizo en elogios de la llamada científica ¡porque ambos estudiaron en la UNAM! Cobardemente, repito, ya se desdijo de sus palabras de hace cinco años. Con esos bueyes tendrá que arar Morena. * * * Y por hoy es todo. Le deseo, como siempre, ¡buenas gracias y muchos, muchos días! Así como una ¡muy Feliz Navidad y un mejor y esperanzador 2024!
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