Catón
Una de las principales características de López Obrador es la inconsciencia. A la manera de los tontos y soberbios piensa que todo lo que hace está bien hecho, aunque la realidad le diga a gritos lo contrario. Aun así llegará el día —o la noche— en que se le aparecerán los espectros de los cientos de miles de muertos causados por su errática política en el renglón de la salud. Su vida la oscurecerán las sombras de las mujeres, ancianos, hombres, niños —sobre todo niños— cuya vida acabó antes de tiempo por causa de la falta de medicinas, vacunas o debida atención hospitalaria, resultado de sus caprichosas acciones que empezaron con el desmantelamiento del sistema de distribución y comercialización de los medicamentos y han llegado hasta la absurda creación de una farmacia militarizada de imaginarias proporciones tan enormes que sólo las supera en tamaño la notoria incapacidad para administrar en la debida forma ese esperpento, cuyo fracaso es tan fácilmente predecible como el del Aeropuerto Felipe Ángeles, el Tren Maya o la refinería Dos Bocas. “Lo cáido cáido”, dicen que le dijo María Félix al infortunado Charro Cantor, Jorge Negrete, cuando éste le pidió que le devolviera el collar que le regaló con motivo de sus bodas, valiosa joya que, acusaban los malquerientes del artista, el enamorado novio había pagado con dinero del sindicato de actores que entonces presidía. Igual dirán los mílites: “Lo cáido cáido”, si alguien se atreve a demandarles que devuelvan a la República lo que aviesamente, e ilegalmente, les regaló AMLO; todas esas concesiones y encomiendas de las cuales derivan suculentas sumas de cuyo empleo a nadie habrá que rendir cuentas, circunstancia que pondría al hombre más honrado, si alguno hallara Diógenes, en el turbio pero provechoso camino de la corrupción. Una comedia del francés Marcel Pagnol, “Topaze”, llevada al cine con el inolvidable Fernandel, ejemplifica claramente ese fenómeno, el del hombre que siempre ha sido honesto porque nunca se le ha presentado la ocasión de ya no serlo. Herencia maldita dejará el cacique de la mal llamada 4T a quien lo sucederá en el cargo. Él verá negras sombras en sus pesadillas. Las que pueden alzarse en el futuro del país serán de color verde si no se imponen sobre la ambición de dinero y de poder las prestigiosas tradiciones del Heroico Colegio Militar y la lealtad de sus buenos hijos a la Patria, a sus instituciones y sus leyes… “Acúsome, padre, de que tengo un problema de rodillas”. Don Arsilio, el párroco del pueblo, se desconcertó al oír esa extraña confesión de Saba Nera, una de sus feligresas. Le dijo: “Tu problema, hija mía, no es de orden moral: pertenece más bien al campo de la ciencia médica. A quien debes ver es a un ortopedista, no a un sacerdote”. “No, padre —adujo la penitente—. El problema que tengo en las rodillas consiste en que no puedo mantenerlas juntas”. (Nota. Incluso se había hecho tatuar sendos letreros en la parte interna de los muslos. Uno decía “Bienvenido”, y el otro “Pase usted”)… Doña Frigidia vio una película porno y le reclamó a su esposo: “¿Por qué tú nunca gritas cuando me haces el amor?”. Respondió mansamente don Frustracio: “Es que no quiero despertarte”. Doña Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad, descubrió que Cholina, su mucama, le robaba su ropa interior, toda de Victoria’s Secret, incluyendo sus brassiéres push up bra. La despidió inmediatamente, y le dijo: “Entenderás que no podré recomendarte a mi amigas”. “No se preocupe, señito —replicó la fámula—. El señor ya me ofreció recomendarme con sus amigos”. FIN.
Mirador
Armando Fuentes Aguirre
Este amigo mío con el que tomo la copa —varias— los martes por la noche dice a veces cosas que no me escandalizan —desde joven aprendí a no escandalizarme ni siquiera por lo que yo hago—, pero me ponen a pensar. Se lo digo y comenta:
—Pensar es una buena disciplina, Deberías practicarla con mayor frecuencia.
La última vez que convivimos, que conbebimos, si me permiten el deplorable juego de palabras, manifestó que después de la cuarta o quinta copa le asalta el pensamiento de que el mundo estaría mejor si en él no hubiera religiones. Explicó: “Los fanatismos a que dan lugar sus malas prácticas llevan a la intolerancia, y de ahí al odio y la violencia. El exceso de religión hace más daño que la falta de ella”.
Cuando dijo eso yo llevaba apenas dos copas, de modo que no tuve inspiración para oponerme a su idea. Por el contrario, se me ocurrió pensar que mi amigo está ebrio cuando está sobrio, y sobrio cuando está ebrio.
¡Hasta mañana!…
Manganitas
AFA
“…El Ejército remodelará un estadio de béisbol…”.
Mientras lo civil se pierde
lo militar más se impone.
Si ese estadio se compone
¿lo irán a pintar de verde?
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