Luis Obregón Lozada
Para tener un “año feliz”, el destino nos está dando oportunidad de participar, muy probablemente, en el año más determinante, de nuestra historia. Este 2024 resolveremos si permitimos que “YSQ” acabe con nuestro país, (sobre todo, el de nuestros hijos y nietos), y logre encadenarnos al despiadado y empobrecedor, imperialismo “marxistoide”. Nosotros seremos los responsables de lo que suceda a nuestra patria.
Recapitulando rápidamente lo que hemos vivido, encontramos que, en la historia verdadera, la llevada y traída Independencia, fue organizada por los globalistas de aquellos tiempos, para sus perversos planes, (esto no es paranoia “conspiranoica”; hay datos suficientes que lo demuestran). Así que, “independizándonos”, dimos un enorme salto hacia atrás. (Igual sucedió a todas las independencias hispanoamericanas).
Y, a partir de entonces los políticos peleles de los globalistas, han hecho mucho daño desde el Gobierno. Luego que los caudillos revolucionarios, siguiendo el “consejo” del embajador gringo, que, en lugar de asesinarse, organizaran un partido para repartirse pacíficamente el botín de la Revolución, a partir de 1929, establecieron la dictadura priísta que, salvo dos sexenios, hasta la fecha se mantiene en el poder. (Los más izquierdosos se separaron, formando el PRD, que vino a ser un PRI “B”, luego un priísta “AB”, conjuntó basura de ambos PRI (“A” y “B”), con del PAN, creando Morena o PRI “C”).
A lo largo de los años, esta dictadura tuvo altibajos. Hasta 2018 permitió que alcanzáramos un progreso, una libertad y una democracia más o menos aceptables. Y, aunque el “pueblo bueno”, salvo un pequeño sector, aguantó agachado, había un disgusto generalizado con los abusos de los políticos, ya que abundan los que en unos cuantos años, “explicablemente”, amasan fortunas exageradas.
Hay quien diga que, los alcaldes de ciudades grandes pueden “autoaportarse” 500 millones de pesos con relativa facilidad en tres años. Esto y otros abusos, como que fueron desarrollando un sentimiento de hartazgo en el “inconsciente colectivo”.
Gracias a la tenacidad y valor de un grupito inconforme, después de muchos años de lucha y la ayuda de algunos acuerdos internacionales, en 2,000 pudieron llevar a la Presidencia a dos panistas. Pero como por varios factores, no estuvieron a la altura y no hicieron los cambios requeridos, el electorado les tuvo menos paciencia que a los priístas y, sólo los soportó dos sexenios.
Esto, aunado a que traían problemas internos y que presentaron una candidata muy gris, los electores optaron nuevamente por el PRI, que también presentó un hombre nada brillante, pero guapo, quien incrementó significativamente la corrupción.
Esto, llevó al tope el hartazgo social, lo cual favoreció al “súperhipermegafarmaceutico”, que llevaba años viviendo de la extorsión, mediante la agitación social, aparentando, hipócritamente, que defendía causas populares, presentándose como el protector de los débiles, amante de los pobres y opositor de las injusticias y abusos gubernamentales. En ocasiones, llegó a presentar soluciones razonables y adecuadas, las cuales, llegando al poder se le olvidaron totalmente.
Aunque es priísta recalcitrante, falsamente, se presentaba, y se sigue presentando, como un ser “angelical” totalmente desligado del priísmo. Lo grave fue, que una multitud le creyó y votó masivamente por él. Ya en el poder, se dedicó a hacer justamente todo lo que aparentaba repudiar y a realizar acciones más perjudiciales y antimexicanas que las de sus antecesores, ya que pretende implantarnos la destructiva e inhumana dictadura “marxistoide”, como las de Cuba, Venezuela y Nicaragua. O sea que la antes dictablanda, ahora intenta erigirse en una dictadura absoluta “marxistoide”.
Arrancando su sexenio, se puso a trabajar en su proyecto. Imitando a su modelo Chávez, instituyó la mañanera, “un similar más caro” de “Alo Venezuela”. Supuestamente era para informar, pero la ha utilizado básicamente para su “neocampaña” electoral permanente, aventando mentiras al por mayor, (superan las 100 mil fácilmente); para agredir, difamar y amenazar “adversarios”. (“Adversario” es todo aquel que ose publicar o descubrir verdades sobre la corrupción de sus familiares, parientes y subordinados 100% fieles; que se atreva a criticar sus errores, negligencias, caprichos, ilegalidades, estupideces, derroches y demás fallas y, desde luego aquellos, que, por apegarse a la Constitución, la lógica y el bien público, constituyan un obstáculo para su criminal proyecto y se opongan al desmantelamiento de instituciones defensoras de los derechos humanos o la democracia. Una herramienta ideal para sus fines personales, que le ocupa casi la totalidad de sus horas laborables. Según Guacamaya, hay días que no hace más.
Ahora que se acerca el fin de sexenio, ya los daños son tan innumerables y graves, que llevan al país de picada, en forma perfectamente palpable. Los datos confiables sobran. Además, ya tiene varias instituciones independientes y del Poder Judicial, seriamente afectadas, algunas de las cuales jugarán un papel determinante en las trascendentales elecciones de este 2024, que apenas lleva unos cuantos días. Lo cual indica que prepara una elección de Estado.
Lo terrible, es que México no solamente está recibiendo perversos embates del Ejecutivo. Acabamos de ver en Veracruz todo el bloque de diputados priístas, “chapulineando” traidoramente a Morena y que en Aguascalientes los diputados panistas, (¿panistas?), votaron unánimemente por legalizar el asesinato de inocentes, que aún se encuentren en el vientre materno y que no fue vetado por la panista que pudo, (debió), vetarla. Serán coparticipes de esos asesinatos por los cuales responderán.
O sea que la sociedad consciente no solamente tiene que derrotar a un enemigo abiertamente declarado, sino también debe cuidarse de políticos que se supone deberían ser aliados. No sólo enfrenta un enemigo “súperpoderoso” que cuenta con recursos públicos abundantes, con instituciones debilitadas o desvirtuadas, (“carnalas”), con la ilegalidad impune, el narco y otras poderosas armas.
Además, afronta una multitud de votantes engañados por las mentiras, algunos tan cerrados o bloqueados mentalmente, que no pueden aceptar la realidad, por más evidente que sea. Los pobres no se dan cuenta que, así, obran contra su patria, es decir, contra ellos mismos y sus seres queridos.
Así que, si el sector social consciente quiere triunfar, necesita realizar una labor titánica. A su favor cuenta con una candidata, que, por primera vez en la historia, ella misma escogió y que muy posiblemente sea la más independiente, limpia y adecuada de todos los candidatos presidenciales de todos los tiempos. Veamos. No tiene compromiso político con ningún partido, grupo o persona. Si es candidata, es porque la sociedad se lo pidió. Superó triunfalmente la miseria y se convirtió en empresaria exitosa.
Es inteligente, espontánea y conoce tecnología avanzada. Está tan limpia de corrupción, que, por el contrario, destina recursos propios para ayudar al prójimo. Tiene buenos sentimientos. En nuestro historial, no encontramos alguien que reúna tantas características positivas. Abundan los que se dejan llevar por comentarios negativos sin fundamentos o mal intencionados. ¡Que tiene defectos! ¡Es un ser humano!
Tenemos un importante sector social consciente y reaccionario, que está trabajando para que más compatriotas piensen y reaccionen. Afortunadamente, está robusteciéndose, (hoy es más fuerte que los partidos políticos), y, lo más importante, parece que está aprendiendo a organizarse.
Está saliendo a la luz suciedad oculta sobre actos de corrupción, ineptitud, negligencia y perversidad gubernamental. Por desesperación o lo que sea, “YSQ” y huestes, están cometiendo atrocidades que, aún hasta el más tarado, puede darse cuenta que son perjudiciales y que no se puede culpar a algún adversario, lo cual puede empujar a que muchos indecisos, se decidan a reaccionar y algunos idolatras entiendan que clase de monstruo están siguiendo. Algunos ya lo hacen con dolor, pues han sido víctimas de su ídolo.
Si reaccionamos masivamente, triunfaremos. Además, si la pedimos, contaremos con la ayuda celestial, para erigir un gobierno verdaderamente interesado en el progreso nacional y el bien común. No podemos esperar resultados inmediatos. Antes hay que reparar los daños causados por la 4ª trastornación. Eso es complicado, pero superable. Manifestémonos el 18 de febrero. Si reaccionamos adecuadamente, podremos tener un feliz fin de AMLO.
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