Tribuna Campeche

Diario Independiente

Metamorfosis Ratiana

El reino de la Culebra y la Garrapata se cimbró como en un cataclismo, ante el anuncio con trompetas y fanfarrias de la inminente asunción al trono de la heredera del Sátrapa Negro. 

Pocos daban crédito al anuncio, y los nativos se miraban sorprendidos unos a otros mientras cuchicheaban entre sí. 

—“Yo no voté por ella. Ni que estuviera loco”.

—“Yo tampoco lo hice”, se excusó la otra, mientras que un anciano que descansaba a la sombra de un zapote pronunció el nefasto vaticinio: “Yo nunca votaría por quien lleva en la sangre el virus de la corrupción, el saqueo y la venganza… Este pueblo no sabe qué desgracias traerá consigo la hija del sátrapa…”.

No hubo caravanas ni festejos en las calles. Sólo algunos esclavos al servicio de la Camaleona la acompañaron para simular júbilo popular. ¿Cómo festejar, si sólo tres de cada diez nativos que votaron lo hicieron a su favor?

Pero eso no le importó a la heredera del Cacique, y dispuso todo para que tomara posesión del trono. En su primera gran traición, ordenó que trajeran gente de otras comarcas, a cómplices de sus saqueos en otras tierras, a vividores foráneos que, al estilo de los piratas de antaño, sólo llegaron al reino de la Culebra y la Garrapata con la intención de llevarse todo el botín.

Uno de esos extranjeros que vino a esta noble tierra era su santero. Sacerdote principal de sus ceremonias esotéricas, implorador oficial de los favores a las fuerzas oscuras, rezador de jaculatorias no publicables. 

De naturaleza masculina, el santero, con abundante maquillaje femenino, portaba siempre túnicas y turbantes, pañoletas le rodeaban el cuello y toda suerte de dijes colgaban de sus muñecas.

Una noche de luna llena, en el claro de una duna de las playas de San Lorenzo, rodeados con árboles de ceiba y yerbas aromáticas para encubrir tanta pudrición, el santero y la Camaleona, con un séquito de prosélitos miopes, agradecieron el cumplimiento del más grande de sus deseos.

Entre danzas y cánticos macabros alrededor del fuego, en el centro del círculo, el santero colocó en el cuello de la Camaleona una medalla en forma de corazón con sangre humana en su interior, la ensalmó siete veces para protegerla de sus enemigos, y entre el fulgor de la luna, y el paroxismo de sus lambiscones, la Camaleona sufrió una inusual y lenta transformación que no era de tercera, ni de cuarta sino de quinta, pues… asumió la forma de una rata…

(Continuará…)

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