Históricamente, poco ha abonado a la consolidación de la democracia en México la existencia de partidos políticos vinculados al régimen gubernamental. A lo largo de la historia se recuerdan los casos del Partido Popular Socialista (PPS), que ciertamente dirigía discursos plagados de citas a Marx, Lenin, Che Guevara y hasta Fidel Castro, pero que en la praxis convivían pacíficamente con los gobiernos de la época.
El Partido Auténtico de la Revolución Mexicana fue otro de esos partidos denominados también “satélites” —porque orbitaban alrededor del Poder y le servían fielmente—, lo mismo que en su momento el Partido Convergencia, antecesor de Movimiento Ciudadano, y el Verde Ecologista de México, que lo mismo ha cogobernado con el PRI, el PAN, y ahora con Morena, sin aportar absolutamente nada al avance democrático.
Se trata más bien de la praxis aplicada en la política, en que los líderes nacionales (o estatales) de esos partidos, se han beneficiado y se siguen beneficiando con ministraciones mensuales extraoficiales del Gobierno al que sirvan, o a la hora del reparto de espacios plurinominales en que se benefician los propios dirigentes, sus familiares e incluso sus xunes. Ejemplos sobran.
Por eso es que lo que sucede en estos momentos con el PAN en Campeche no es novedoso. Se vendieron a Morena y han convalidado las decisiones de ese partido. Aunque lo nieguen de dientes para afuera, en los hechos existe un pacto subterráneo desde que llegó la mal llamada 4T a nuestra entidad.
Basta ver la docilidad de los diputados del PAN en el Congreso del Estado. No ha habido un solo señalamiento público al nefasto Gobierno de Layda Sansores, y a la hora de votar decisiones polémicas —imposición de dirigentes en los “órganos autónomos” como la Cotaipec, Fiscalía Anticorrupción, Comisión de Derechos Humanos y la Auditoría Superior del Estado, por ejemplo— se sumaron a la bancada morenista para darles la mayoría calificada que requieren para sacar esos asuntos.
Por eso cuando en Campeche, el PAN decidió deslindarse de la coalición “Fuerza y Corazón por Campeche”, dejando a la deriva al PRI y al PRD, nadie se dijo sorprendido. Lo anunciaron con tiempo suficiente y se justificaron diciendo que tres mil 200 panistas campechanos dijeron en “encuestas” que no querían alianzas con el PRI y el PRD, pero no aclararon si ese sondeo lo realizó el mismo despacho que le trabaja a López Obrador y a Morena.
Lo cierto es que la oposición en Campeche quedó seriamente fracturada, dividida y hasta confrontada, lo que al final beneficiará al partido en el poder y al régimen gubernamental de Layda Sansores San Román, que se ha logrado afianzar en el poder pese a que —no nos cansaremos de repetir— ha sido una rotunda decepción hasta para los pocos que votaron por ella hace poco más de dos años.
Un “Gobierno de Locos”, corrupto, que ha sobornado y cooptado a líderes opositores, diputados locales y presidentes municipales de los partidos adversos, para mantener un Campeche maniatado, en donde todos callan las corruptelas, los abusos y las irregularidades, o de lo contrario son silenciados de diversas maneras. ¿Votarán los campechanos para que continúe la barbarie? En 126 días lo sabremos.
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