Ha pasado un mes de la “reunión histórica” de Layda Sansores San Román con el director de Petróleos Mexicanos, Octavio Romero Oropeza, que condujo a anticipar que ahora sí los empresarios carmelitas recibirían el pago de las facturas por servicios o proveeduría. La promesa, como es común en el cuatroteísmo, no se cumplió.
El lector ya podrá imaginar las condiciones anímicas en que se encuentra el sector empresarial, el malestar que causa a los trabajadores la falta de palabra de Romero Oropeza y la complicidad de Sansores San Román, dispuesta a todo para justificar los errores, las mentiras y las corruptelas de esta transformación de cuarta.
La promesa del candidato a la Presidencia Andrés Manuel López Obrador de trasladar a Ciudad del Carmen las oficinas generales de Pemex, no se cumplió. Y Layda Sansores justificó la decisión con el argumento de que la Isla carecía de infraestructura para alcanzar esa promesa.
Nos acercamos al final del sexenio en el que nada se hizo para superar el atraso. Hace un mes Sansores San Román convino con el director de la paraestatal en cumplir con el pago a los proveedores carmelitas de bienes y servicios. Tampoco se cumplió. ¿Qué argumentará ahora la senecta mandataria?
La situación de los carmelitas atados al destino de Pemex es de preocupación, temor y rabia. Analistas y liderazgos políticos han advertido que por el incumplimiento de Pemex y la crisis económica que enfrentan los sectores empresarial y laboral, cualquier chispa podría iniciar un incendio de imprevisibles consecuencias.
¿Y le preocupa a Layda Sansores? La realidad es que le vale madre, pese a que los recientes estados financieros de la petrolera dados a conocer en la semana que termina por el periódico capitalino El Universal señalan que de 2019 a 2023, las aportaciones de capital del Gobierno cuatroteísta a Pemex, sumadas a las pérdidas acumuladas, han creado un boquete en las finanzas públicas del país.
En cinco años se ha registrado una merma de 869 mil 607 millones de pesos. Para dar idea de lo complicado de las finanzas de la paraestatal, hay que advertir que aumentó en 44 por ciento en febrero su deuda con proveedores y contratistas, o sea 139 mil 115 millones de pesos, tiene obligaciones con facturas de 2023 y 2024 por 138 mil 845 millones de pesos y pendientes por facturar 270 millones.
La agencia calificadora Moody´s, con base en el reciente informe, llevó a calificar como bonos basura los certificados de Pemex. Rebajó su nota a B3 con perspectiva negativa, por necesidades de liquidez y su incapacidad para elevar su plataforma productiva.
Visto así el panorama, ¿puede preverse que la paraestatal cumpla con pagar a los proveedores carmelitas, como anunció Layda Sansores, cuando enfrenta otras necesidades más ingentes, incluso con agentes internacionales?
Le están dando largas a los empresarios, de la misma manera que hacen con los jubilados de la Unacar. ¿Cuál será ahora el argumento para engañar a los defraudados carmelitas? Seguramente los asesores de Layda Sansores ya lo deben estar analizando.
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