TREN SIN CALIDAD.
El descarrilamiento del Tren Maya la semana pasada, apenas 100 días después de su pomposa inauguración, dejó al descubierto sus innumerables deficiencias por la mala calidad de los materiales usados en su construcción, como la falta de adecuados sujetadores y pernos en los oxidados rieles y durmientes de concreto fracturados y rotos.
Ni siquiera el balasto que el hijo del presidente vendió para el Tren Maya a través de su amigo contratista, Amílcar Olán, cumple con la norma requerida, pues según reconoció en una llamada telefónica difundida por Latinus, “pagaba sobornos a las autoridades para que se saltaran las pruebas de seguridad”. Lo bueno es que López Obrador acabaría con la corrupción.
Fue la Auditoría Superior de la Federación la que advirtió desde el pasado 6 de febrero que la infraestructura de la vía férrea “no cumple con la calidad requerida“. Sin embargo, las advertencias, avisos, recomendaciones o consejos parecen importarle poco a Andrés Manuel López Obrador, un presidente acostumbrado a mentir y a echar a otros la culpa de sus errores.
En esta ocasión no hubo boicot, complot, sabotaje ni nada por el estilo. Pero vale la pena advertir que se está a tiempo de corregir las deficiencias reportadas, antes de que un próximo descarrilamiento cobre vidas.
TRAIDORA Y TERCA.
Los Frentes Políticos publicados por Excélsior el pasado miércoles, bajo el titulo “La Malquerida”, retratan a la perfección la problemática que se vive en el Estado, derivada de la cerrazón, insensibilidad y terquedad de la gobernadora. Leamos con calma.
“En Campeche una nueva ola de protestas sacudió las calles exigiendo la destitución de Marcela Muñoz como secretaria de Seguridad Pública y ‘voto de castigo’ al Gobierno de la morenista Layda Sansores. Esta manifestación, que congregó a más de ocho mil personas, según estimaciones, marcó la continuación de una huelga que mantiene a la Policía Estatal en paro desde hace más de una semana. Los manifestantes, entre los que se encontraban familiares de los policías y ciudadanos en apoyo, exigieron la renuncia de la gobernadora Sansores al grito de ‘traidora’ y ‘el pueblo pone y el pueblo quita’. Y doña Layda, calla”.
Calla la gobernadora, evade el diálogo y se niega a dar solución al problema de acuerdo al pliego petitorio que recibió. Busca politizar el problema y apuesta al cansancio de los policías huelguistas para poder dejar en el cargo a su criminal y delincuente amiga guanajuatense. Pero se equivoca, la voluntad de cambio es mayor que su senil terquedad.
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