Para destruir al Gobierno de Todos (los corruptos), no ha sido necesario que los opositores del PRI, Movimiento Ciudadano o PRD, se entrometan; o que Alito y Eliseo estén operando detrás de cada conflicto social o político que ha habido en Campeche desde hace dos años y medio.
La verdad es que con Layda y su sobrino Seso Loco es suficiente. Han tomado decisiones equivocadas, han tenido expresiones muy desafortunadas, han implementado estrategias fallidas y todo aquello que han intentado en contra de sus enemigos o a favor de ellos mismos, se les ha revertido. En todos los casos, hay que decir, el tiro les ha salido por la culata.
Se entiende que los ataques contra Eliseo y Alito tengan objetivos meramente partidistas o electoreros, más en el caso del aún candidato al Senado por Movimiento Ciudadano, porque saben que es el peligro más inminente debido al respaldo popular que aún tiene. Quien diga o crea lo contrario se engaña a sí mismo.
De entrada, la propia estrategia de culpar a Alito o a Eliseo de todos los males que aquejan al Estado —homicidios, atentados, protestas, marchas feministas, rebelión de policías, etcétera— no es una buena medida.
Solitos se empinan —Layda y su sobrino— al conferirles a esos dos personajes un enorme poder de convocatoria y una mano perversa para poder operar en todos los estratos sin dejar huellas contundentes para que se les implique seriamente.
Si ambos dos, como dijera Fox, han sido capaces de provocar la crisis institucional más grave que haya tenido nuestra entidad en toda su historia, entonces los Sansores están reconociendo que son más chingones” sus adversarios, que la propia gobernanta y su pariente loco.
Si Eliseo o Alito, o los dos, tuvieron tanto poder de convocatoria como para reunir a 15 mil personas en el malecón en la marcha del domingo 24 de marzo pasado, entonces lo que están diciendo es que ellos tienen el control de la gobernabilidad en Campeche y que tanto la gobernadora como Seso Loco son auténticos ceros a la izquierda.
Pero no. La verdad es que no ha sido necesaria falta la mano de ninguno de ellos para generar esta empatía ciudadana a favor del movimiento de los policías. Tampoco influyeron para que de manera masiva se esté pidiendo la cabeza de Marcela, ya se exija la de Layda, se esté promoviendo la revocación de mandato y que el llamado a no votar por Morena tenga tanto eco.
Basta leer los comentarios en las redes sociales para entender que este levantamiento popular ha sido espontáneo, y como consecuencia exclusiva del mal Gobierno de Layda, de sus pésimas decisiones, de sus fallidas estrategias y de sus nulos resultados.
Pretender culpar a sus adversarios de sus fracasos es sólo un indigente acto de impotencia. Una salida estúpida para confesar de manera subliminal que no han podido con el cargo y que por tanto deben largarse.
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