La demencia senil en que incurre la ocupante principal de Palacio de Gobierno, la está conduciendo a pasos acelerados a olvidar todo. Y eso es peligroso, por la cantidad de ratas que abundan a su alrededor, encabezados por su loco sobrino.
Hace no pocas semanas, la Ruca Gacha, como le dice el dueño de TV Azteca en sus tuits, juró y perjuró que en su “Gobierno” jamás se darían chayos. Que jamás pagaría un peso para que hablen bien de ella. Que su Administración es diferente. Que aquí todos son honestos.
La verdad está aflorando poco a poco. Es como el estiércol de los drenajes públicos. Nada se puede ocultar para toda la vida, y el tema de la corrupción hacia los compañeros periodistas, y los panfleteros digitales, finalmente se dio a conocer.
Lo curioso de este tema es que de nada sirve que la gobernadora y sus patiños salgan a desmentir que están recibiendo dinero del presupuesto público. Con la similitud de las publicaciones en sus páginas chayoteras, los campechanos nos damos cuenta de quiénes están en la nómina, y quienes no.
Vaya, hasta es posible adivinar de qué tamaño es la pedrada. No es lo mismo darle tres mil pesos al Loquito Sosa —un policía metido a periodista, que inexplicablemente cuenta con escolta armado— por sus publicaciones que nadie ve, que los 50 mil o 150 mil que le sueltan a Tomás Zapata por lamerle las botas cada 5 minutos lo mismo al Seso Loco que a la gobernadora, o hasta a la hermanita que regentea los recursos del DIF.
La única diferencia entre unos y otros, según la gobernadora, es que todos tienen que dar factura. Y que no se trata de chayotes, sino de estímulos.
La verdad es que así ha sido siempre. El propio Tomás Zapata, en alguna de sus emisiones donde chorrea sumisión y entreguismo, puede confirmar que él, en lo particular, toda su vida ha vivido de recibir chayotes con factura.
Él es un ejemplo de que nada ha cambiado. Le han pagado toda la vida por arrastrarse ante el gobernante en turno, y lo mismo que hace ahora lo ha hecho antes.
El ejemplifica, entonces, las mentiras de Layda de que ahora las cosas son diferentes en su relación con los medios de información. El único cambio es que el monto del embute se redujo, pues el Seso Loco se lleva casi todo el presupuesto de Comunicación Social, pero se mantiene el rastrerismo servil y vergonzante de quienes aparecen en esas nóminas del Gobierno de todos los Sansores.
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