Ante la ausencia de propuestas serias, viables y creíbles; por la falta de respaldo ciudadano y el creciente repudio popular, a causa de la percepción generalizada de que habrá voto de castigo en su contra el próximo 2 de junio, a los candidatos morenistas no les está quedando más remedio que asumir el Síndrome de Jamile, o sea, hacerse la víctima, decirse acosados, amenazados y hostigados por gente armada.
Victimizarse para causar lástima parece que se ha convertido no en el último recurso, sino en el único que les queda a los abanderados guindas, quienes están recibiendo una sopa de su propio chocolate en estas campañas electorales; la mayoría de ellos han estado en el poder durante los últimos dos años y medio y lo que hicieron fue darle la espalda a la gente, negarles apoyo, hacerles dar vueltas y vueltas para al final corretearlos con las manos vacías y lágrimas en los ojos.
¿Cuántos campechanos no salieron de Palacio de Gobierno con la esperanza rota en mil pedazos ante la negativa de los funcionarios laydistas para apoyarlos con un dinerito para medicinas, para gastos funerarios, para una silla de ruedas, para una emergencia, etcétera? Se cuentan por miles.
Y eso a pesar de que el Gobierno del Estado dispone de un fondo millonario, superior a los 400 millones de pesos anuales, para otorgar ayudas económicas a la gente. ¿A dónde fue a parar el dinero? Nadie lo sabe.
Se necesita ser muy cara dura, un auténtico sinvergüenza, un tremendo hijo de su p… m…, para negarle ayuda a la gente pobre a pesar de que las arcas están llenas para atender ese rubro.
Por eso es que ahora, en su calidad de candidatos a diputados, a alcaldes, a regidores, a senadores o a diputados federales, que no se pongan a llorar porque la gente les ha dado la espalda, porque no los reciben en sus casas, o porque, descaradamente como ya se ha mostrado en varios videos, los corretean de las colonias porque no son bienvenidos, y los ven como apestados.
Esos candidatos guindas deberían organizar una marcha de agradecimiento a su gobernadora, por haberlos puesto en esta situación. Porque todo ese repudio popular hacia la gobernadora, se ha expandido hacia los abanderados morenistas.
Por eso es que no les queda más que victimizarse. Recurrir al Síndrome de Jamile para decirse acosados por gente armada. Que digan que temen por su vida y que les asignen también guardaespaldas federales fuertemente armados. De ese modo tendrán más autoridad para replicar el discurso sansorista de que vivimos en un Estado seguro. El más seguro de todos.
Pero de ahí a que puedan a convencer a los campechanos de que vuelvan a votar por este partido guinda que ha traicionado a Campeche, hay un trecho imposible de solventar.
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