Esta rebelión ciudadana ya nadie lo para. Hasta los acarreados al mitin de la corcholata oficial, respaldaron silenciosamente la marcha que realizaron ese día los sublevados…
“La marcha que realizaron los policías hacia la Plaza de la República, donde la corcholata oficial presidió un mitin con sus acarreados, confirmó que la gran mayoría de los morenistas simpatiza, respalda y apoya el movimiento de protesta que realizan en contra de la jefa de la Policía”, aseguró don Memín, en charla amena con don Julián, mientras le lustraba los zapatos.
—“Yo estuve ahí, nadie me lo contó. Por un momento me sentí corresponsal de guerra grabando la marcha de los policías —bromeó—, y pude constatar que muchas de las personas que estaban en el mitin se pusieron de pie para admirar la valentía de esos uniformados que salieron a dar la cara. No hubo ningún grito de repudio, ningún reproche y si no se sumaron a los gritos de ‘Fuera las Ratas Foráneas’, fue porque muchos de esos acarreados o son brigadistas de alguno de los candidatos, o trabajan en alguna campaña o son trabajadores del Gobierno. Prefieren respaldar en silencio, que perder el empleo”, añadió el rechoncho bolero del Parque Principal.
Don Julián se mostró interesado en la plática. “Fíjate qué cosa más curiosa. Ninguno de los llamados medios nacionales manejó el encuentro que sostuvieron nuestros policías con la Corcholata guinda. A lo mejor no les permitieron acercarse, ya que ellos viajan en el pool de prensa y si se atrasan los dejan, o a lo mejor, y no se descarta, les dieron un incentivo económico para que no pasen la noticia. Lo cierto es que la señora se vio muy mal, porque evadió una respuesta directa”.
—“Sí, de eso nos dimos cuenta todos y lo que también sabemos es que si antes había algunos ciudadanos que pensaban votar por la opción guinda, después del desdén de la corcholata hacia el movimiento de nuestros policías, lo más seguro es que ni los propios morenistas sufraguen por ella…”.
Don Julián respaldó a su regordete amigo y le pidió que se apurara para invitarle a una cerveza. El sol del mediodía resecaba el gaznate y el agua era insuficiente para calmar la sed.
Ya en el bar, don Julián y su obeso acompañante se sentaron en la barra y se dispusieron a degustar del frío elíxir, pero un grito resonó en uno de los rincones del local: “Fuera las ratas” y de inmediato todos los parroquianos se sumaron con sus gritos a la misma consigna: “fuera las ratas”, “fuera los foráneos”.
Don Julián y don Memín se miraron a la cara y luego de chocar sus tarros repletos de cerveza, coincidieron: “Esto va creciendo… esta rebelión ciudadana, ya nadie lo para…”.
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