Desde su primer día de Gobierno, la demente, prepotente y corrupta Tía Rata sólo ha sembrado odio, rencor, resentimiento y frustraciones. Seguramente que es lo que cosechará el próximo 2 de junio.
El clima de animadversión contra la corrupta, prepotente y demente Tía Rata es perceptible en cada rincón de esta bella tierra bañada por los mares del Golfo.
Donde sea que alguien se pare a dialogar con su vecino, colega, compañero de trabajo, taxista, contertulio de café o de cantina, o incluso en las filas del supermercado, lo que se escucha en todas partes son las mentadas de madre contra la hija del Sátrapa Negro.
A escasos días de acudir al llamado a las urnas, el malestar social se ha generalizado y los deseos de ejercer libremente el voto de castigo permean en todos los estratos sociales. Desde los considerados como clase pudiente, hasta los sectores más desprotegidos económicamente.
—“Esto es algo que no se puede negar, admite don Julián, mientras le sirven su segunda cerveza en el céntrico bar donde mitiga el calor acompañado de su fiel lustrador de calzado. Se siente en todas partes, se percibe incluso en el aire. Parece que todos los ciudadanos sólo estamos esperando el 2 de junio para que haga explosión todo este resentimiento que nos ha provocado la decepcionante Administración de la Tía Rata”.
Don Memín coincide al 100 por ciento: “Las votaciones van a ejercer una función de catarsis ciudadana. Miles y miles de personas se van a sentir liberadas luego de tachar la boleta en contra de todos los candidatos de la malvada y resentida Tía Rata. Como que nos ha transmitido su odio, su resentimiento, sus frustraciones, y eso es lo que le vamos a devolver el 2 de junio”, manifestó el rechoncho lustrador de calzado.
—“En más de 80 años de vida —reflexiona don Julián— nunca había visto una situación similar. Es cierto que no todos los gobernantes han sido del agrado de todo el pueblo, han habido unos que son muy simpáticos, y otros que son pedantones y alzaditos, pero nadie como la Tía Rata, que ha logrado unificar a todo el pueblo en su contra. Incluso a los que trabajan en su Administración y quienes son sobajados por los foráneos que los traen a punta de látigo”.
Don Memín apura su tarro de cerveza el cual se acaba de un solo trago. “No está bien votar por odio, pero tiene usted razón maestro Julián, eso es lo único que ha sembrado la malvada bruja del cuarto piso. Odio, rencor, deseos de venganza, de revanchas y de cobrarse todas las pendientes. Si eso nos ha dado, eso hay que devolverle”, afirmó.
Ambos amigos coincidieron otra vez en sus puntos de vista. Alzaron sus tarros, repletos otra vez de cerveza, y dijeron al unísono: “¡Salud y que así sea!”. Que le demos una excelente lección a la ruca bruja.
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