Miles de campechanos hartos del Gobierno de la corrupta Layda Sansores y sus foráneos, no lo expresan por temor a perder su empleo. El 2 de junio tendrán la libertad de votar contra esta inepta y represora Administración.
El acarreo y soborno a cientos de ciudadanos para que acudieran a la concentración del pasado martes 7 de mayo en la Plaza de la República y la negativa de miles de campechanos a acudir al mitin de Claudia Sheinbaum, confirman que el repudio hacia la corrupta, arbitraria e inhumana gobernadora Layda Elena Sansores San Román, ya está causando severos estragos a su partido y a sus candidatos.
Hay que ser precisos y apuntar que la cantidad de acarreados que cobraron por ir a aplaudir a la Sheinbaum, no es ni una décima parte de los que marcharon el pasado 13 de abril contra la prepotente, sinvergüenza y mentirosa Layda Sansores.
No sólo eso. Los ciudadanos que han gritado en las calles “Fuera Layda”, “fuera Marcela”, “fuera Morena”, “fuera los foráneos”, acudieron voluntariamente a las marchas; ellos adquirieron sus cartulinas y pintaron sus carteles; ellos mandaron a hacer sus lonas, mantas y pancartas y a pesar de que este miserable Gobierno suspendió el servicio de transporte urbano, cada uno de los asistentes vio la manera de llegar a tiempo al asta bandera, desde donde han salido las marchas masivas que hasta ahora han protagonizado los campechanos.
La diferencia entre unos y otros se llama dignidad. Los primeros, esos que se dejan sobornar por unos cuantos pesos, una gorra, una playera, sus tortas de cochinita y sus refrescos de cola, seguramente que lo hacen o por necesidad, ya que han sido abandonados por este Gobierno negligente y corrupto que no ha visto por el bienestar del pueblo. O bien, son empleados de Morena, del Gobierno del Estado o de los candidatos, a quienes se obligó a asistir al mitin para que no pierdan su fuente de empleo.
Si por ellos fuera, no acudirían a los mítines ni eventos de Morena, pero sí se sumarían gustosos a las movilizaciones para respaldar la lucha de nuestros policías, y para sumarse a la consigna de que “fuera los foráneos”, pues muchos de los que trabajan en el Gobierno tienen jefes que no son campechanos, que los tratan con la punta del pie, que los ofenden y que descaradamente están saqueando el presupuesto estatal.
El consuelo que le queda a unos y a otros —a los que luchan libremente y a los que están amordazados por trabajarle al Gobierno, a Morena o a sus candidatos— es que el 2 de junio estarán solos en la mesa de votación. En la privacidad y en la libertad de sus conciencias podrán manifestar libremente su repudio a los excesos, abusos y actos de prepotencia de Layda Sansores y de su horda de foráneos.
Ese será el día en que podrán demostrarle a la demagoga mandataria campechana que es verdad ese apotegma que ellos mismos pusieron de moda: “el pueblo pone y el pueblo quita”. Que así sea.
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