Han surgido voces que exigen que la inversión de 4 mil millones de pesos para construir el Tren Ligero, mejor se aprovechen para mejorar la infraestructura hidráulica en la ciudad capital…
No hay que desdeñar el debate, la polémica o los diferendos que se han armado en la ciudad capital en torno a la construcción del Tren Ligero.
El proyecto no ha tenido el respaldo de la ciudadanía, y aún más, se percibe que hay amplio rechazo en varios sectores, empezando por el empresarial, porque no se hizo consulta previa ni se conocieron con anterioridad los planos.
Ahora que ya se difundieron algunos esbozos de lo que pretende ser la obra, ha surgido en la comunidad el abierto y creciente rechazo a que el llamado Tren Ligero destruya buena parte del malecón.
En contraparte, han surgido voces que claman porque esa multimillonaria inversión —más de 4 mil millones de pesos— se canalicen para mejorar la infraestructura hidráulica en la ciudad capital, para una más eficiente distribución del agua potable.
Si estuviéramos en un régimen democrático, las autoridades habrían convocado a la ciudadanía a elegir entre el Tren Ligero, o mejorar la infraestructura hidráulica en esta capital.
Y seguramente que habría ganado esta última, pues en el orden de prioridades, es más importante tener agua suficiente y de calidad, que un trenecito que no nos servirá a todos los que vivimos en la capital. Además que hay que destacar que el flujo de turistas que ha traído el Tren Maya aún no amerita un nuevo elefante blanco. Ambas obras serán fracasos.
Aún más, se han difundido expresiones de conocedores de la materia que señalan que se pueden tener las dos cosas: destinar el mayor monto de los 4 mil millones de pesos para invertirlo en el rubro de agua potable, y dejar un saldo para adquirir autobuses de excelente calidad para trasladar a los turistas desde la estación del Tren Maya hasta el Centro Histórico o el malecón. Esos autobuses pudieran seguir la misma ruta que le pretenden imponer el Tren Ligero.
Pero parece que hemos ingresado a un debate de soberbias. El Gobierno Federal y la corrupta gobernadora de Campeche se van a aferrar al Tren Ligero pase lo que pase, y a pesar de todo lo que tengan que destruir, y los inconformes tendrán que conformar asociaciones civiles para tramitar amparos en contra de esa obra a todas luces innecesaria, superflua y destructora.
Veamos el ejemplo de Calakmul. Los habitantes se ampararon. Exigieron al Gobierno Federal que si quería imponer su Tren Maya, que primero les garantizaran un adecuado suministro de agua potable. Lo curioso es que les dijeron que sí, pero al final se han quedado, por la corrupción, sin tren, y sin agua…
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