Don Julián se quedó atónito y perplejo ante el inusual pronunciamiento de la gobernanta, que aceptó los resultados de las elecciones que le fueron adversos, le pidió perdón al pueblo y prometió enmendar el rumbo…
En las pantallas de la televisión oficial, en las transmisiones en sus redes sociales y en las que reprodujeron las páginas digitales a su servicio, el rostro de la Tía Rata lucía demacrado, más decrépito que de costumbre, con gruesas bolsas bajo los párpados, grietas escarbando su cara y una mirada cansada y con evidentes muestras de horas de llanto.
De hablar pausado, cabello teñido de rojo-guinda, ausencia de maquillaje en el rostro y vestimenta informal —vestido blanco, su chal guinda y la medalla en forma de corazón colgando en su cuello— la hija del Sátrapa Negro decidió enviar un mensaje al pueblo en las primeras horas del 3 de junio.
“Conciudadanos y conciudadanas —empezó— ha sido una larga jornada electoral, en que los habitantes de estas benditas tierras, una vez más dieron muestra de su vocación por la democracia, y de su respeto a las instituciones. De manera civilizada, ordenada y pacífica, acudieron en masa a las urnas a expresar el sentido de su voto…”
“Es de subrayarse también, y de amplio reconocimiento, el desempeño de los autoridades y de los funcionarios electorales, de los integrantes de las mesas de casilla que no se dejaron sobornar, y que contaron libre y limpiamente cada uno de los votos que ustedes, los ciudadanos, depositaron en las urnas”.
“No fue una jornada electoral exenta de incidentes ciertamente, pero los pocos focos violentos fueron oportunamente controlados por los elementos de seguridad que, a pesar de las órdenes en contrario de mi parte, actuaron con estricto apego a derecho, y detuvieron a los vándalos que, lamentablemente reconozco que fueron enviados por mi partido a causar disturbios…”.
“En estas horas largas en que la voz del pueblo se expresó en las urnas, he podido escuchar el clamor popular. Reconozco que los votos me fueron adversos, y que los ciudadanos le han dado una gran lección a los malos o nulos resultados que ha generado mi Administración.
“He decidido aceptar mis culpas y enmendar desde hoy el rumbo torcido por el que me guiaron mis malos asesores. Le pido perdón al pueblo y prometo someterme a los designios que el nuevo Congreso libre y soberano determine en el futuro…”.
Don Julián se puso de pie intempestivamente para aplaudir tan inusual discurso. Y fue el ruido de sus propios aplausos el que lo despertó y lo hizo levantarse de su hamaca. Miró hacia el televisor y confirmó que no estaba encendido. Volteó hacia la ventana y confirmó que aún no alumbraba la aurora.
Todo había sido un sueño. ¿O sería la peor pesadilla para la Tía Rata? Decidió no dilucidar mentalmente sobre ese tema, así que prefirió seguir durmiendo. Una larga jornada postelectoral, lo esperaba en las horas siguientes…
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