Los resultados de las votaciones del antepasado domingo arrojaron que Campeche es un Estado dividido. La zona sur, con tendencia a respaldar al morenismo y la norte que votó en contra de la gobernadora…
La irresponsable manera como Layda Elena Sansores ha conducido los destinos del Estado, su obsesión por la venganza, la persecución a sus enemigos políticos y a los ciudadanos que no piensan como ella, ha llevado a Campeche a una situación de división que parece que no tendrá pronta solución.
Las elecciones del antepasado domingo tuvieron resultados muy diferentes en el ámbito estatal, comparado con el federal. Mientras que casi 35 millones de votos llevaron a Claudia Sheinbaum a convertirse en la próxima Presidenta de la República, en Campeche pudimos observar a un Estado partido en dos.
El sur, con los Municipios de Carmen, Champotón, Escárcega, Calakmul, Candelaria, Seybaplaya y Palizada inclinados hacia la izquierda o respaldando la propuesta de Morena, y el norte con Calkiní, Dzitbalché, Hecechakán y Campeche teñidos de naranja, en tanto que Hopelchén ratificó su opción por el PRI, convirtiéndose en el único bastión que le queda a ese partido.
En términos geográficos habrá que destacar el hecho de que la mitad del Estado evidenció con sus votos su rechazo a la gobernadora Layda Sansores, y el otro 50 por ciento de alguna manera la respaldó, aunque hay muchísimas versiones que apuntan a un bien ejecutado fraude electoral mediante la compra de votos.
Hay testimonios de personas que aseguran que recibieron hasta cinco mil pesos por sus credenciales de elector, pero sostener que los 170 mil o 180 mil votos que obtuvo Morena en la pasada elección fueron comprados es un despropósito.
También fueron obligados a votar por ese partido los burócratas estatales, federales y municipales pintados de guinda, sin dejar de sumar los que aportaron los beneficiarios de los programas federales, principalmente las personas de la tercera edad.
Si sumamos los votos que obtuvieron los partidos opositores (MOCI, PRI, PAN y PRD principalmente) tendríamos otros 170 mil o 180 mil sufragios de personas que claramente y en libertad se pronunciaron en contra del gobierno laydista, y sin duda que serán una importante base para las elecciones de 2027, en que elegiremos nuevo gobernante.
Desde otra perspectiva, tenemos también a un Estado dividido, pues más de la mitad de la población se opone al Gobierno de Layda Sansores. Por ello debería la gobernadora bajarle dos rayitas a su soberbia, prepotencia y autoritarismo, antes de que tenga en contra a toda la entidad, y que entonces conduzca a su partido a una segura derrota en las elecciones que habrá en tres años.
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