En muestra de humorismo involuntario, la Tía Rata confesó en su show cómico circense de los martes que ella no quería ser gobernadora sino monja, algo que le ha acarreado todo tipo de burlas…
—“Cada día que pasa, la no siempre bien querida Tía Rata va de mal en peor. Ahora resulta que en su programa de los martes confesó que nunca en su vida quiso ser gobernadora, y que su verdadera intención era ser monja. ¿Qué castigo habremos cometido los habitantes de estas pacíficas tierras, que no haya encontrado un convento para que se encierre ahí de por vida?”.
El que hace tan interesante cuestionamiento es un integrante relativamente nuevo del grupo de amigos que se reúnen en las tardes para hablar de los temas más relevantes del momento. Es el nunca jamás laureado poeta Casimiro, catedrático del Benemérito Instituto y redactor consuetudinario de coplas a sus dulcineas locales.
—“¡Oh miseria nuestra a que hemos sido condenados los contemporáneos habitantes de esta ciudad de las murallas, al padecer las turbiedades, corruptelas y nefastas ocurrencias de nuestra mandataria!”, exclamó casi declamando el vate en mención.
Don Julián le secundó en el lamento y aclaró que eso de que la Tía Rata anhelaba ser monja, no es más que una mentira más de las que acostumbra contar en su circo de los martes.
—“Si nunca quiso ser gobernadora, entonces quién era la que desde hace 24 años participaba cada elección en la competencia para gobernarnos? ¿Era su clon? ¿Si sólo regresaba a estas tierras que mal gobernó su corrupto padre, para ver qué le tocaba en el reparto de puestos políticos, ¿cómo se atreve a decir que nunca tuvo la ambición se querer ser gobernadora? ¡Es una tremenda e incorregible mentirosa!”, gritó enojado el veterano charlista.
Doña Chela le concedió de inmediato la razón. “Lo que pasa es que como es tan, pero tan mala para contar chistes, ya que carece de gracia hasta para eso, tiene que recurrir de vez en cuando al humorismo involuntario para, como los payasos, ganarse el aplauso del público. Pero todo le sale mal, ya que quien debió ser monja y hasta se viste como tal, es su hermanita, la que saquea el dinero que debe destinarse a los programas asistenciales”.
—“Fuera ella o su hermanita corruptita, quien debió meterse al convento, qué lástima que no ocurrió tal situación. Nuestra entidad se habría salvado del desastre en que ahora se encuentra y seguramente que habríamos tenido un mejor futuro”, añadió el poeta Casimiro, quien, para concluir su charla lanzó uno de sus ingeniosos versos:
“Yo sí de verdad lamento
nuestra suerte, muy ingrata,
por no meterse al convento
la repudiada Tía Rata”.
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