El reciente escándalo protagonizado por el exfiscal Renato Sales y Bismarck Richaud, director del Instituto Tecnológico de Champotón, quedará pronto en el olvido, sin sanciones ni castigos para nadie…
Las versiones que se han difundido en redes sociales sobre el más reciente escándalo en que se vieron involucrados dos figuras públicas de la Administración laydista, —Renato Sales, exfiscal, y Bismarck Richaud, director del Tecnológico de Champotón—, confirman el grado de pudrición que existe en ese ámbito, y como es que los excesos, los desfiguros y las violaciones a la ley persisten en ese Gobierno que presume una inexistente y mentirosa cuarta transformación.
Del exfiscal Sales Heredia se comentaba con insistencia su adicción al consumo de alcohol. Bebedor consuetudinario, dejó abandonadas sus obligaciones en la Fiscalía, y se dedicó a disfrutar de la ‘dolce vita’. También se comentaba de manera soterrada los amores que cultivó entre el personal que laboraba en su dependencia y cómo es que por esas debilidades fue delegando responsabilidades, y él prácticamente se convirtió en una figura decorativa. Hasta que decidió renunciar o ser renunciado.
De Bismarck Richaud también se ha escrito bastante sobre todo en su faceta, ya recurrente, de golpeador de mujeres. En Champotón circularon profusamente las imágenes del momento en que agredía a su entonces esposa, los gritos que ésta lanzó en demanda de auxilio, y cómo es que el director del Instituto Tecnológico de la Bahía de la Buenas Pelea, huyó en su camioneta para no ser detenido.
Extrañamente, Richaud no sufrió ninguna consecuencia de sus excesos, ni la gobernadora Layda Sansores, tan celosa defensora de los derechos de las mujeres, cuando los agresores son sus enemigos políticos, en esa ocasión no le destinó ningún comentario, ninguna condena, ninguna muestra de sororidad hacia la mujer golpeada.
Seguramente tampoco hará comentario alguno sobre el más reciente escándalo protagonizado por Bismarck y por el ahora exfiscal, a pesar de que puso en peligro la vida de varias personas, al lanzarse varios disparos al aire para controlar la ira del funcionario educativo vinculado estrechamente a Raúl Pozos Lanz —su eterno protector—, y para impedir que siguiera embistiendo con su camioneta el vehículo en que se movilizaba Renato, a quien por cierto, a esas alturas ya se le había subido los whiskys al cerebro.
Una muestra más de que ese discurso de la 4T no es otra cosa que demagogia pura. No ha habido transformación en ninguna parte, y mucho menos en el ámbito de la administración pública. Los funcionarios siguen incurriendo en excesos, siguen protagonizando abusos, continúan violando las leyes, y también siguen disfrutando de la impunidad y de la protección del aparato de justicia estatal que sigue siendo usado sólo para perseguir a los enemigos políticos del régimen.
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