Con la corrupción que impera, Layda Sansores ha rebasado con varios grados en la escala Shafir Simpson —si la comparamos con los huracanes— a todos los gobernadores que la antecedieron…
Una sucinta revisión de la forma como la Administración laydista ha ejercido el poder, nos permite reafirmar, sin temor a equívoco alguno, que es la más corrupta, opaca y saqueadora de que tengamos memoria.
No podemos, con criterios objetivos, comparar al Gobierno Laydista, con el que ejerció su padre. Eran otros tiempos, otras leyes, diferentes costumbres y prácticas en el ejercicio del poder. Sí se puede sostener en cambio, que ambas administraciones saquearon el presupuesto público, porque eso es evidente.
La diferencia es que la senecta y soberbia mandataria campechana ha tenido que ajustar las leyes y reglamentos para evadir la responsabilidad de transparentar sus acciones, de rendir cuentas claras sobre el ejercicio de los recursos, o de anular o acotar el margen de maniobra de los órganos encargados de obligarla a que cumpla con esas funciones.
Por ejemplo, la Comisión de Transparencia de Campeche no transparenta nada. Al, contrario, oculta aún más la información pública sobre el ejercicio del poder. La Comisión de Derechos Humanos no defiende a los violentados, solo garantiza la impunidad para los violentadores. La Auditoría Superior no fiscaliza las cuentas de la Gobernadora (ni de sus funcionarios predilectos como Marcela), pero sí hostiga y persigue a los alcaldes de la oposición.
El Congreso no legisla para el pueblo, sino para los intereses de la nefasta Layda Elena. La blindó para no sujetarse a la revocación de mandato, le creó una ley para que haga las obras que le peguen en gana sin dar detalles de los mismos ni pedirle permiso a nadie, le aprueba sus cuentas sin chistar, y la defiende con pasión de los ataques opositores.
Esto solo ha traído como consecuencia que tengamos una de las administraciones más corruptas e impunes de que se tenga memoria. Ha rebasado con varios grados en la escala Shafir Simpson —si la comparamos con los huracanes— a todos los gobernadores que la antecedieron —incluso a su papá— a quienes ella ha acusado en todos los foros, de ser los causantes del retroceso que tiene la entidad, lo que incluye, obviamente a don Carlos Sansores.
El problema ha sido que la senil Layda Elena no llegó al poder para superar a sus antecesores en la solución de los grandes problemas del Estado, en alcanzar mejores niveles de desarrollo, en tener una administración honesta, eficiente y transparente, sino en todo lo contrario. Se ha garantizado la impunidad gracias a la complicidad que le brindan todos sus colaboradores que son igual de corruptas que ella.
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