Es digno de celebrar que el huracán no haya provocado las afectaciones pronosticadas por los expertos, lo que perjudicó sólo a los que esperaban hacer negocio con los estragos de ese fenómeno natural…
—“Bien dice el dicho popular que los fenómenos naturales no tienen palabra, y que así como nos puede golpear a traición, de golpe y por la espalda, es decir sin aviso previo, como ocurre con las turbonadas, los tornados y los terremotos, de la misma forma nos pueden dejar esperando cuando se le anticipa con bastante tiempo, como ocurrió con el huracán Beryl”.
Don Julián, que charlaba esa tarde medio nublada en el Parque Principal con sus amigos, celebró que no se hayan registrado las afectaciones pronosticadas por los expertos, pero no dejó de expresar su pesar —dicho con sarcasmo, claro— por aquellos que esperaban hacer negocio con los posibles estragos de ese fenómeno natural.
—“Ha sido quizá el huracán más anunciado de la historia. Lo monitorearon desde que estaba en su embrión en las costas del Atlántico, y le dieron seguimiento hasta que se convirtió en depresión tropical en nuestra Península, sin provocar los daños que se esperaban”.
—“Nos iba a llover sobre mojado, como dice otro refrán, intervino doña Chela, a nosotros en Siglo XXI todavía no se nos secan los patios y ya se anuncia otro temporal, que pudiera llamarse Debbie, todo lo cual sin duda alguna que lo podremos sortear, porque ya estamos acostumbrados a lidiar con eso. Lo que no podemos superar son las plagas que traen ese tipo de eventos”.
—“Por qué? —preguntó don Memín. ¿Hay muchos moscos? ¿Se multiplicaron los sapos o hay algunas otras alimañas merodeando por esos suburbios?
—“No —aclaró doña Chela— hay proliferación de ratas, pero de dos patas. De esas que se disfrazan de buena gente, que andan regalando despensas que no compraron con su dinero, pero que quieren que les agradezcamos como si con ello nos hubieran salvado la vida. La jefa de Policía es una de ellas, porque ya nos agarró de sus tarugos, cuando quiere publicidad gratuita, va y se toma la foto entregando despensas a los militantes del partido guinda y ya con eso cree que se ganó hasta el cielo”.
—“Hay otro tipo de ratas de dos patas que pretendieron hacer negocio con el dolor de la gente, como la Ratita, hermanita de la Tía Rata, —agregó don Julián— que compró despensas al mayoreo para repartir entre los posibles damnificados, pero como no hubo los daños que esperaban, ahora están rematando esas despensas para quedarse hasta con ese dinero. Así de voraces son. Pero de lo malo, algo bueno queda, ya que por lo menos no pudieron hacer los grandes negocios que esperaban con el presupuesto adicional para reparar los daños, los cuales no se presentaron”.
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