Conforme a sus planes de perpetuarse en la dirigencia nacional del PRI hasta la próxima elección presidencial (2030), en que buscará registrarse como abanderado de ‘su’ partido para la primera magistratura del país, Rafael Alejandro Moreno Cárdenas se inscribió como candidato a la reelección en medio de una intensa y agresiva campaña mediática que lo presenta como uno de los políticos más corruptos de este país.
Quienes conocen de cerca los planes del exgobernador campechano, aseguran que su objetivo es satisfacer su ambición-obsesión personal —disparatada, descabellada y completamente irracional, pero aplaudida rabiosamente por sus incondicionales— de competir y ganar la Presidencia de la República.
Los pasos que ha iniciado los calculó meticulosamente en sus frecuentes noches de insomnio: convocar a una asamblea espuria para reformar los estatutos que le permitan la reelección hasta por ocho años más, expulsar a los líderes partidistas molestos que pudieran interponerse en su camino, sobornar a los magistrados electorales con quienes ha tenido pactos turbios previos para que validen su reforma, y participar en una elección interna en que la estructura partidista, enteramente a su servicio, lo ratifique en el trono principal del CEN del PRI.
De ahí en adelante Moreno Cárdenas, pese a todas las campañas de ‘desprestigio’ en su contra, podrá mantenerse como uno de los protagonistas del escenario político del país y como líder de su partido —aunque menguado, a punto de la extinción y con una reputación por los suelos—, desde donde construirá su plataforma para aspirar a la candidatura presidencial y podrá, como meta principal, luchar por ser el próximo Presidente de la República.
Quienes lo conocen de pies a cabeza y quienes lo acompañaron en sus inicios, cuando tenía que pedir ‘prestado’ para comprar la torta del desayuno, saben que bajo ese complejo de inferioridad que lo ha acompañado siempre se esconde una ambición irrefrenable por los lujos y excesos, muchos de ellos insultantes e inexplicables.
Son estos excesos, estos lujos, estas excentricidades los que desde hace dos semanas han vuelto a aparecer en los medios de información de la capital del país, pero que desde hace más de un año, la gobernadora Layda Sansores exhibió desde su “Martes del Jaguar”: la playa de 300 mil metros cuadrados ubicada en el Municipio de Champotón, sus mansiones, valuadas en varios cientos de millones de pesos; sus autos de lujo, sus propiedades en otras partes del país e incluso del extranjero.
Sumado el valor estimado de todas las propiedades da como resultado una fortuna que, según Layda Sansores, no se puede justificar con los ingresos que ha obtenido de manera legítima, por lo que le configuró posibles delitos, como enriquecimiento inexplicable, lavado de dinero, asociación delictuosa, peculado, evasión fiscal, etcétera.
Es posible pronosticar una larga temporada informativa sobre la incalculable fortuna del exgobernador campechano. Alito es como el nopal y el bicarbonato de sodio, cada día le encuentran más propiedades. Pero sabe que una vez pasada la tormenta, luego de que el escándalo se diluya y que las autoridades ministeriales no procedan en su contra, podrá retomar su proyecto, reposicionarse y reconstruirse para aspirar a la Presidencia de la República. ¿Cuánto dinero le costará ‘lavar’ su imagen? El que sea, lo tiene a la mano para cuando sea necesario.
Por eso es que sus adversarios políticos, igual de corruptos, astutos y hábiles que él, saben que la única vía para frenarlo es la legal. De entrada, anular los acuerdos de la 24 Asamblea, parar ese proceso interno programado para su reelección y tratar de tomar el control de la dirigencia partidista, a fin de irla depurando de la plaga de alitistas que la integra y que obedece fielmente sus dictados.
El problema sin embargo es que para lograrlo se enfrentan al dilema de que Moreno Cárdenas se les adelantó y ya tiene pactos con algunos consejeros electorales del INE, con magistrados del Tribunal Electoral, y según se dice, incluso con algunos operadores políticos de la presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo, a quienes ha ofrecido una docilidad perruna: de aquellos que ladran, pero que no muerden.
Eliminar esos obstáculos es una misión casi imposible para los adversarios políticos de Alito, sin embargo, no van a dejarle el camino allanado para que se quede con las ruinas del tricolor. No descartan alianzas incluso con el partido gobernante para tratar de dar continuidad al juicio de procedencia contra el exgobernador campechano, a fin que desde ahí, el ámbito de la justicia, le puedan fincar todas las responsabilidades penales que amerite. Sólo así podrán anularlo y aniquilarlo políticamente, pero será una batalla larga, escandalosa y costosa, sin duda.
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