En el mensaje político con motivo de su tercer año de labores, la gobernadora Sansores recurrió a su cursilería de a peso solo para escapar a su obligación de rendir cuentas claras…
El embajador de México en la República de Guatemala, Romero Ruiz Armento, tuvo que recurrir a las mejores técnicas de la diplomacia para esconder los sentimientos que le generó escuchar otra vez, en un evento público, la declaración de amor de su amada Julieta. Es decir, de la senecta Layda Elena Sansores San Román.
Las cámaras lo enfocaron cuando en su rostro se dibujada una fingida sonrisa. Y tuvo que hacer esfuerzos sobre humanos para esconder sus verdaderos sentimientos, aunque el leve meneo de su cabeza de un lado a otro, esbozó su desaprobación, a que una vez más, se permita que en eventos públicos y financiados con recursos públicos, la cursilería barata desplace a la obligación constitucional de rendir cuentas.
¿Qué necesidad tenemos los campechanos de conocer los amoríos privados de la senecta mandataria y de su ’amante legítimo’? ¿Qué relevancia puede tener para la sociedad en su conjunto si el embajador en Guatemala decide o no casarse con ella después de 40 años de relación? ¿Qué nos importa a los campechanos si ella se ha resignado o no a vivir solterona el resto de su vida?
La verdad es que la gobernadora recurrió a su cursilería de a peso solo para escapar a su obligación de rendir cuentas claras. Su exagerada apología a la familia Sansores nos hizo remarcar aquél apotegma de que “elogio en boca propia es vituperio”, pero se entiende, Layda Elena está concentrada solo en su “tribu”, en su “horda”, en su secta. Ellos son su prioridad. Los demás ciudadanos no importamos.
Si la senil mandataria supone que con su show del pasado jueves ha cumplido con su obligación de informar sobre lo que ha hecho su Gobierno, se equivoca. Aún falta que entregue el texto oficial donde compendia los datos y anexos estadísticos sobre lo realizado hasta el momento, y en donde, repetimos, esperamos que podamos conocer en qué se ha gastado exactamente 75 mil millones de pesos en tres años.
El informe deforme que Sansores presentó el pasado jueves, quedará seguramente para el anecdotario. Para la evaluación histórica del desempeño de quien se sigue ganando a pulso todos los días, el poco honroso privilegio de ser la peor gobernante que ha tenido nuestra entidad en toda su historia.
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