A partir del 1 de octubre tendremos en México a una 4T militarizada, dotada de las herramientas legales para que el ciudadano se ajuste a las nuevas reglas…
En el micrófono de la tribuna más alta de la Cámara Federal de Diputados, retumbó la voz de Andrés Manuel López Obrador: “Qué el Ejército no se utilice para suplir las incapacidades de los civiles”. Una diputada federal puso el audio de un discurso pasado del hoy presidente de la República.
Atrás de la tribuna, diputados federales de oposición portaban pancartas con las fotografías de López Obrador y del líder nacional de Morena, cuando, en sus tiempos de oposición, exigían “No a la Militarización” del país.
Vueltas que da la vida, contradicciones que la historia saca a la luz la historia. En el pasado, como opositores, los morenistas repudiaban a voz en cuello la propuesta de militarizar a la seguridad pública, lo que hoy, en su calidad de partido en el poder, “mayoritean” sin escuchar a sus contrarios, para que la Guardia Nacional pase al control del Ejército, y que incluso, pueda desempeñar funciones de Ministerio Público.
Y aquéllos que en el pasado impulsaron, promovieron y defendieron esa misma propuesta —panistas y priístas principalmente— hoy se oponen rabiosamente por todos los riesgos que eso implica. Riesgos que antes no veían y que ahora magnifican.
Incongruentes todos, porque independientemente de sus líneas ideológicas o partidistas, se llevan entre las patas a la ciudadanía, que es la que sufrirá los efectos nocivos de la nefasta reforma al Poder Judicial, y que también padecerá los abusos de la nueva Guardia Nacional Militarizada, que ya dispone de todas las herramientas legales para cumplir con sus funciones, pero no en contra de la delincuencia organizada, a la que le da abrazos no balazos, sino contra los inermes ciudadanos que observamos impávidos, como se van ajustando cada uno de las piezas que se requieren para la consolidación de una dictadura.
Y qué triste que este duro golpe contra estabilidad de la República y de los derechos ciudadanos, se lo propinen el presidente López Obrador y la bancada morenista a todos los mexicanos, y lo ofrezcan como principal regalo a Claudia Sheinbaum Pardo, apenas días antes semanas antes de que asuma su cargo como nueva presidenta.
Es decir, fuera máscaras. A partir del 1 de octubre tendremos en México a una 4T militarizada, dotada de las herramientas legales para que el ciudadano se ajuste a las nuevas reglas, y con autoridades judiciales que supuestamente serán electas por el pueblo, pero que en realidad ya han sido palomeados para que asuman el cargo luego de una farsa de votación, y se pongan al servicio del poder.
Triste futuro nos espera a todos.
La voz de Andrés Manuel López Obrador sonó en la tribuna cuando la diputada de Movimiento Ciudadano Patricia Flores Elizondo, quien fuera jefa de la oficina de la presidencia con Felipe Calderón, reprodujo en su celular un audio del presidente cuando era oposición.
Las fotografías con letreros de de López Obrador y Mario Delgado también aparecieron en la tribuna de la Cámara de Diputados mientras se discutía la reforma para que la Guardia Nacional quede bajo el mando del Ejército, que más tarde fue aprobada por la mayoría calificada de Morena y aliados del PT y Verde.
“La militarización de la seguridad pública, que inicialmente fue presentada como una medida temporal y controlada, ha crecido sin límites. La GN, concebida como institución civil, ha sido paulatinamente absorbida por la lógica militar”, expresó el diputado de Movimiento Ciudadano, Gustavo de Hoyos Walther.
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